Coordenadas de clínica nodal Lacaniana

Diana Montes Caballero

El psicoanálisis es una práctica que apuesta por su formalización clínica a partir del diálogo con múltiples disciplinas y saberes sobre los procesos de subjetivación para intentar subvertir las producciones de saber no atravesadas por la experiencia. Mantiene permanentemente el lugar de la pregunta abierta como determinante en la construcción del saber, pues su praxis ha desvelado a la condición humana como inacabada, escindida y contradictoria. En términos epistémicos, es gracias a que toda discursividad también se (des)anuda, que logra tocar lo más real de su campo por mediación simbólica.

La primera enseñanza de Lacan se caracteriza por el predominio del significante y la inestabilidad de la letra, lugares de paso necesarios para decantar los principios y conceptos fundamentales de la práctica freudiana, pero insuficientes para dar cuenta de los goces sint(h)omáticos y sus vicisitudes en los cuerpos hablantes. En este sentido, Lacan se dio a la tarea de buscar y no sólo formalizar lo que encontraba, dejándonos un campo abierto de investigación con claras coordenadas clínicas, políticas y epistémicas.

La clínica nodal convoca en apoyo de nuestra práctica a las categorías de lo simbólico, lo imaginario y lo real. La propiedad borromea consiste, como bien se sabe, en el hecho de que, si se corta uno de los tres, todos quedan libres. A partir de aquí, lo simbólico, lo imaginario y lo real se convierten en homogéneos. Desde esta perspectiva, el nudo borromeo de Lacan es el mejor ejemplo de que «No hay más que lo Uno», el Otro no existe, y para ello es necesario desvelar que en la escritura o desvelamiento del sinthome, el psicoanálisis encuentra su operador lógico.

Para extraer y clarificar la relevancia de tales planteamientos, el módulo de investigación prevé la problematización de viñetas y casos, acompañada de un recorrido por textos, escritos y seminarios clínicos freudianos y lacanianos, además de elaboraciones lógicas contemporáneas como: La topología en la enseñanza de Lacan, El ultimísimo Lacan y El Ser y el Uno, (J-A. Miller, 1987, 2007 y 2011); El reverso de la biopolítica (Eric Laurent, 2016); Psicosis ordinarias, una mirada desde la clínica borromea (José Fernando Velázquez, 2016); Ensayos de Clínica Psicoanalítica Nodal (Fabián Schejtman, 2015); Inhibición, Síntoma y Angustia. Hacia una clínica nodal de las neurosis y Nudos Amorosos (Nieves Soria, 2010 y 2011).

Ejes de problematización:

  • Puntuaciones sobre la enseñanza de Lacan en el marco del trabajo de Escuela.
  • La topología en la enseñanza de Lacan.
  • Las clínicas de nudos y el sinthome
  • El sinthome en la última enseñanza de Lacan
  • Síntomas y Sinthomes contemporáneos.
  • (Des)anudamientos y diagnóstico diferencial
  • Clínica continuista y discontinuista
  • Pluralización de los Nombres-Del-Padre.
  • Pluralización de goces.
  • Agujeros verdaderos y falsos.
  • Las trenzas y el tiempo en el ultimísimo Lacan.

Inicio: 29/09/2018
Finalización: 08/12/2018
Horario:19:30 Hrs
Modalidad: Presencial
Lugar: Sede NEL Ciudad de México

IV JORNADAS DE LA NEL-cf CDMX:
PRESENCIAS DEL ANALISTA TEXTO DE ORIENTACIÓN
EJE: Presencias… en la ciudad y la época

Un despertar

¿Cuál podría ser la incidencia política un poco más allá de esta presentación negativa?

Tal vez cierto efecto de despertar. Un despertar respecto de aquello de lo que en

definitiva se trata en los ideales sociales: del goce y de la distribución del plus-de-gozar.

 (Jacques-Alain Miler)

Desde hace tiempo los analistas hemos afrontado el desafío ético de hacer a un lado la rutina del consultorio y asumir una presencia en los dispositivos comprometidos con la salud mental en nuestras ciudades, así como en los debates públicos con el Otro social. En este aspecto, no cabe desconocer que, más allá de la vigencia del discurso del analista y sus consecuencias prácticas, en una perspectiva más amplia, se trata del consentimiento a la convocatoria de Lacan de alcanzar “una incidencia política donde el psicoanalista tendría su lugar si fuese capaz de ello”[1]. Por supuesto, para estar a la altura de la época, ello exige al deseo del analista el miramiento por los síntomas de la actualidad, los impases en lo social, y el aggiornamiento permanente respecto de los discursos emergentes que se imponen al compás de cada tiempo.

Ahora bien, ¿De qué presencia se trata?, ¿Cómo pensar esa presencia?

Más allá del analista causa del trabajo del sujeto supuesto saber, correspondiente a la dimensión transferencial del inconsciente, encontramos una clara orientación en el Capítulo X del Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Allí Lacan nos advierte sobre la presencia del analista, primordialmente, como una manifestación del inconsciente. Y es sólo desde ahí como tiene lugar su presencia real, más allá del par imaginario del a-a´, desidealizando, a su vez, la figura y la persona del analista, para reducir su función a la de un resto, “un resto fecundo” –en tanto una presencia muy particular que se pone en juego solamente en el arte de escuchar del analista. “El arte de escuchar casi equivale al del bien decir”[2].

Como vemos, ello no será ciertamente exclusivo de la experiencia analítica. Esta función estará activa en todos los vínculos donde se trata de la relación del sujeto con el saber y el goce. “Se trata en estos vínculos siempre de una relación transferencial encarnada en la persona que se supone agente de la acción, pero esa atribución de saber a la persona deja en realidad encubierta la relación del sujeto con el saber de su propio inconsciente, verdadero agente del vínculo”[3]. En la medida en que el analista con su acto recuerde la banalidad del sentido de las palabras, opere como el dedo elevado de San Juan tal como Lacan evoca en “La dirección de la cura”, señalando cómo somos hablados, que la referencia del lenguaje no existe, hará presente la perspectiva de lo real más allá de la realidad.

En este sentido, la ironía sirve muy bien a la posición del analista a la hora de perturbar los ideales sociales y revelar su naturaleza de semblantes respecto a un real que sería del goce. “Está más bien, como Sócrates, para hacer temblar, para hacer vacilar los ideales, a veces simplemente poniéndolos entre comillas, quebrando un poco los significantes-amo de la ciudad”[4]. Sin embargo, por otro lado, Lacan nos enseñó que los ideales son semblantes, arbitrarios, pero que esos semblantes son necesarios. La sociedad se sostiene gracias a sus semblantes, no hay sociedad sin identificaciones. Entonces si, por un lado, es cierto, el padre es un semblante, y, sí, se puede prescindir de él … sin embargo, no hay que olvidar que ¡a condición de saberlo utilizar!

Pensar la presencia del analista como la provocación de un despertar implica, necesariamente, sostener un deseo vivo. Seis años antes de su Seminario 11, en el texto La dirección de la cura y los principios de su poder, paradójicamente, Lacan dará al analista el lugar del muerto, dejando el yo a un lado para que pueda surgir el lugar del Otro para el sujeto, el inconsciente, su verdadera pareja, en el registro de lo simbólico. Es el lugar de la causa de la división del sujeto que Lacan formalizará más adelante con la función del objeto a, presencia irreductible.

Para finalizar, cabe mencionar el concepto de “acción lacaniana” que Jacques-Alain Miller ha propuesto para nombrar en el seno de la Asociación Mundial de Psicoanálisis la política de incidencia en los ámbitos políticos y sociales como el correlato del acto analítico en la sociedad. Si Lacan ha formulado que «No hay clínica del sujeto sin clínica de la civilización» es porque la topología del inconsciente lacaniano –allí donde el analista manifiesta su presencia- resulta, entre un afuera y un adentro, de una extimidad irreductible. ¿Cómo el deseo del analista pudiera, entonces, prescindir de la ciudad y la época?

 

[1] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.

[2] Lacan, J., El Seminario Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Editorial Paidós, p. 129.

[3] Bassols, M., Presencia del analista, Cuadernos del INES Nro 14, Editorial Grama, p. 99.

[4] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.