Pongamos que se habla de Germán García

El único en el que veo una inteligencia que funciona rápido.
Ricardo Piglia, 1969

Quizás el agalma de Germán García sería algo del orden del apetito… […] Cierto Eros no solamente despierto sino despertador. […] Se le pueden reprochar muchas cosas pero no la infatuación, está siempre presto a discutir con el recién llegado sin pedir los títulos, a discutir, eventualmente a pegarle un poco intelectualmente, pero en completa igualdad, sin prepotencia. Si tiene un desprecio es para los notables, es decir, quienes por los efectos de su posición no se sienten obligados a responder ni a argumentar.
Jacques-Alain Miller, 1991

 

Agente provocador: de instituciones psicoanalíticas, de grupos literarios, de revistas, de bibliotecas inacabables, de sectas infames, de escuelas en proyecto, de escuelas disueltas por no haber estado a la altura del proyecto, de células subversivas tramando asaltos al poder de los impostores del saber, de descartes de barajas confundidas. Sí, “Descartes”, esta ha sido y será su apuesta final en el juego del significante que nos marca a todos.

Sin cartas marcadas, sin embargo, porque Germán nunca jugaba en falso ni de farol, siempre con las cartas boca arriba. O lo tomas o lo dejas. Y era siempre difícil tomarlo en bloque.
Miquel Bassols, 2018

 

La risa de Germán García, esa pizca buscavida, cuya falta haría vano el universo del psicoanálisis, designa su encarnadura, una forma de dejar que el discurso analítico se instale en su vida y pase a la vida de quien quiera tomarlo.
César Mazza, 2018

 

Ni pasar a otro discurso, ni cambiar de conversación que no sea de índole analítica. Nos reuniremos en torno a quien nos ha legado en acto sutilezas diversas. Psicoanálisis-Literatura-Vida. Trípode transido de una topología que pone a prueba enunciados y cimientos del propio consentir con la experiencia de una práctica desde sus alcances e impasses. Conversaremos en torno a los ecos de un nombre que abrevan en la hystoria del psicoanálisis del castellano y el español. Interlocución donde los debates culturales nos interpelan desde su acervo e invariantes concernidos en las tramas de lo real y su actualidad con la subjetividad de la época.

 

Interlocutores invitados: Marcela Almanza (AME, Pte. Nueva Escuela Lacaniana, AMP); Adalberto Levi-Hambra (Miembro del Círculo Psicoanalítico Mexicano, CPM); Miguel Felipe Sosa (Miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis-École lacanniene de psychanalyse)

Modera: Gabriel Roel

Inicio: 27/06/2019
Horario: Jueves 19:30 Hrs
Modalidad: Presencial
Lugar: NEL-CdMx. José María Velasco #31. 2º. Piso. Col. Sn. José Insurgentes.
Del. Benito Juárez. (Metrobús Teatro Insurgentes, Metro Barranca del Muerto, muy cerca de Av. Revolución)

Informes: asistente.nel.mexico@gmail.com
                   lazosnelcdmx@gmail.com

ENTRADA LIBRE

Twitter: @Lazos_Mx
Instagram: @lazosdeldiscursoanalítico
Facebook: Lazos del Discurso Analítico en México

 

IV JORNADAS DE LA NEL-cf CDMX:
PRESENCIAS DEL ANALISTA TEXTO DE ORIENTACIÓN
EJE: Presencias… en la ciudad y la época

Un despertar

¿Cuál podría ser la incidencia política un poco más allá de esta presentación negativa?

Tal vez cierto efecto de despertar. Un despertar respecto de aquello de lo que en

definitiva se trata en los ideales sociales: del goce y de la distribución del plus-de-gozar.

 (Jacques-Alain Miler)

Desde hace tiempo los analistas hemos afrontado el desafío ético de hacer a un lado la rutina del consultorio y asumir una presencia en los dispositivos comprometidos con la salud mental en nuestras ciudades, así como en los debates públicos con el Otro social. En este aspecto, no cabe desconocer que, más allá de la vigencia del discurso del analista y sus consecuencias prácticas, en una perspectiva más amplia, se trata del consentimiento a la convocatoria de Lacan de alcanzar “una incidencia política donde el psicoanalista tendría su lugar si fuese capaz de ello”[1]. Por supuesto, para estar a la altura de la época, ello exige al deseo del analista el miramiento por los síntomas de la actualidad, los impases en lo social, y el aggiornamiento permanente respecto de los discursos emergentes que se imponen al compás de cada tiempo.

Ahora bien, ¿De qué presencia se trata?, ¿Cómo pensar esa presencia?

Más allá del analista causa del trabajo del sujeto supuesto saber, correspondiente a la dimensión transferencial del inconsciente, encontramos una clara orientación en el Capítulo X del Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Allí Lacan nos advierte sobre la presencia del analista, primordialmente, como una manifestación del inconsciente. Y es sólo desde ahí como tiene lugar su presencia real, más allá del par imaginario del a-a´, desidealizando, a su vez, la figura y la persona del analista, para reducir su función a la de un resto, “un resto fecundo” –en tanto una presencia muy particular que se pone en juego solamente en el arte de escuchar del analista. “El arte de escuchar casi equivale al del bien decir”[2].

Como vemos, ello no será ciertamente exclusivo de la experiencia analítica. Esta función estará activa en todos los vínculos donde se trata de la relación del sujeto con el saber y el goce. “Se trata en estos vínculos siempre de una relación transferencial encarnada en la persona que se supone agente de la acción, pero esa atribución de saber a la persona deja en realidad encubierta la relación del sujeto con el saber de su propio inconsciente, verdadero agente del vínculo”[3]. En la medida en que el analista con su acto recuerde la banalidad del sentido de las palabras, opere como el dedo elevado de San Juan tal como Lacan evoca en “La dirección de la cura”, señalando cómo somos hablados, que la referencia del lenguaje no existe, hará presente la perspectiva de lo real más allá de la realidad.

En este sentido, la ironía sirve muy bien a la posición del analista a la hora de perturbar los ideales sociales y revelar su naturaleza de semblantes respecto a un real que sería del goce. “Está más bien, como Sócrates, para hacer temblar, para hacer vacilar los ideales, a veces simplemente poniéndolos entre comillas, quebrando un poco los significantes-amo de la ciudad”[4]. Sin embargo, por otro lado, Lacan nos enseñó que los ideales son semblantes, arbitrarios, pero que esos semblantes son necesarios. La sociedad se sostiene gracias a sus semblantes, no hay sociedad sin identificaciones. Entonces si, por un lado, es cierto, el padre es un semblante, y, sí, se puede prescindir de él … sin embargo, no hay que olvidar que ¡a condición de saberlo utilizar!

Pensar la presencia del analista como la provocación de un despertar implica, necesariamente, sostener un deseo vivo. Seis años antes de su Seminario 11, en el texto La dirección de la cura y los principios de su poder, paradójicamente, Lacan dará al analista el lugar del muerto, dejando el yo a un lado para que pueda surgir el lugar del Otro para el sujeto, el inconsciente, su verdadera pareja, en el registro de lo simbólico. Es el lugar de la causa de la división del sujeto que Lacan formalizará más adelante con la función del objeto a, presencia irreductible.

Para finalizar, cabe mencionar el concepto de “acción lacaniana” que Jacques-Alain Miller ha propuesto para nombrar en el seno de la Asociación Mundial de Psicoanálisis la política de incidencia en los ámbitos políticos y sociales como el correlato del acto analítico en la sociedad. Si Lacan ha formulado que «No hay clínica del sujeto sin clínica de la civilización» es porque la topología del inconsciente lacaniano –allí donde el analista manifiesta su presencia- resulta, entre un afuera y un adentro, de una extimidad irreductible. ¿Cómo el deseo del analista pudiera, entonces, prescindir de la ciudad y la época?

 

[1] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.

[2] Lacan, J., El Seminario Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Editorial Paidós, p. 129.

[3] Bassols, M., Presencia del analista, Cuadernos del INES Nro 14, Editorial Grama, p. 99.

[4] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.