Psicoanálisis puro, psicoanálisis aplicado y su diferencia con la psicoterapia

Responsable: Aliana Santana

RELANZAMIENTO DEL ESPACIO DE INVESTIGACIÓN

MODALIDAD VIRTUAL

Respondiendo a la contingencia sanitaria generada por el COVID-19, el Espacio de Investigación sobre el Psicoanálisis puro, Psicoanálisis aplicado y su diferencia con la psicoterapia, llevará a cabo sus encuentros de trabajo con una modalidad virtual.

Ciclo 2020

Un Espacio de investigación sobre el Psicoanálisis puro, Psicoanálisis aplicado y su diferencia con la psicoterapia.

Existe el psicoanálisis puro y el psicoanálisis aplicado. ¿Dos formas de psicoanálisis? A primera vista daría esa impresión. En el Proyecto de la Declaración de los Principios de la Práctica Lacaniana reclamamos “nuevas alianzas entre el psicoanálisis puro y su forma aplicada”, advertimos que “la supervivencia del psicoanálisis depende de su capacidad de transformación, de su avance en el campo social y de su inserción en el campo institucional”, que podemos “practicar el psicoanálisis fuera del discurso analítico en sentido estricto…”  Sin embargo J. A. Miller, en su conferencia dictada en Comandatuba, Brasil, señala “…salvo error de mi parte, la diferencia entre los dos psicoanálisis se halla ausente en la última enseñanza de Lacan” 

El psicoanálisis puro, podemos decir, es el psicoanálisis. El psicoanálisis, en tanto produce, al final, un psicoanalista, no un practicante; producto que puede ser verificado en el dispositivo del pase. Es con y por el psicoanálisis puro que se lleva a cabo la formación del analista, el advenimiento de un analista a partir de la posición inicial de analizante.  ¿Se puede saber, a priori, que un sujeto en análisis devendrá analista al final del recorrido analítico? No. El psicoanálisis puro es la pregunta por lo que es un psicoanalista. 

El psicoanálisis aplicado es, como señala Miller, el que concierne al síntoma. Es el psicoanálisis aplicado al síntoma, al tratamiento, a la terapéutica del síntoma. Es el psicoanálisis que plantea la pregunta por la práctica del analista. ¿Dónde, cómo, cuándo y por qué se aplica el psicoanálisis?  Hoy, más que nunca, existe el espacio, la oportunidad y la problemática, para comprobar la eficacia de la práctica psicoanalítica aplicada al tratamiento de síntomas que dan cuenta de un real difícil de tramitar.

Es justamente aquí, en este punto, donde el psicoanálisis de orientación lacaniana está llamado a hacer lazo social. Y hacer lazo implica, de entrada, dos lados. Nuestro lado, el del psicoanálisis de orientación lacaniana, viene dado por los principios que rigen la práctica lacaniana y las condiciones de su aplicación.  Desde este lado no es posible diferenciar al psicoanálisis aplicado del psicoanálisis puro.  Lo fuese, si no existiera la presencia en la experiencia, del analista practicante, en formación.

La clínica contemporánea, las nuevas formas en que se presenta el padecimiento del sujeto, pone a prueba la aplicabilidad del psicoanálisis y confronta al analista ante la responsabilidad, el desafío de responder eficazmente, con formas novedosas, y con el reto de mantenerse dentro de los principios que dan marco a la acción propia del psicoanálisis.

Pero, ¡IMPORTANTE!, ni el puro, ni e aplicado, son psicoterapia.

Inicio: 03/04/2020
Finalización: 04/12/2020
Horario:19:30 Hrs
Modalidad: Virutal
Plataforma: Zoom

IV JORNADAS DE LA NEL-cf CDMX:
PRESENCIAS DEL ANALISTA TEXTO DE ORIENTACIÓN
EJE: Presencias… en la ciudad y la época

Un despertar

¿Cuál podría ser la incidencia política un poco más allá de esta presentación negativa?

Tal vez cierto efecto de despertar. Un despertar respecto de aquello de lo que en

definitiva se trata en los ideales sociales: del goce y de la distribución del plus-de-gozar.

 (Jacques-Alain Miler)

Desde hace tiempo los analistas hemos afrontado el desafío ético de hacer a un lado la rutina del consultorio y asumir una presencia en los dispositivos comprometidos con la salud mental en nuestras ciudades, así como en los debates públicos con el Otro social. En este aspecto, no cabe desconocer que, más allá de la vigencia del discurso del analista y sus consecuencias prácticas, en una perspectiva más amplia, se trata del consentimiento a la convocatoria de Lacan de alcanzar “una incidencia política donde el psicoanalista tendría su lugar si fuese capaz de ello”[1]. Por supuesto, para estar a la altura de la época, ello exige al deseo del analista el miramiento por los síntomas de la actualidad, los impases en lo social, y el aggiornamiento permanente respecto de los discursos emergentes que se imponen al compás de cada tiempo.

Ahora bien, ¿De qué presencia se trata?, ¿Cómo pensar esa presencia?

Más allá del analista causa del trabajo del sujeto supuesto saber, correspondiente a la dimensión transferencial del inconsciente, encontramos una clara orientación en el Capítulo X del Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Allí Lacan nos advierte sobre la presencia del analista, primordialmente, como una manifestación del inconsciente. Y es sólo desde ahí como tiene lugar su presencia real, más allá del par imaginario del a-a´, desidealizando, a su vez, la figura y la persona del analista, para reducir su función a la de un resto, “un resto fecundo” –en tanto una presencia muy particular que se pone en juego solamente en el arte de escuchar del analista. “El arte de escuchar casi equivale al del bien decir”[2].

Como vemos, ello no será ciertamente exclusivo de la experiencia analítica. Esta función estará activa en todos los vínculos donde se trata de la relación del sujeto con el saber y el goce. “Se trata en estos vínculos siempre de una relación transferencial encarnada en la persona que se supone agente de la acción, pero esa atribución de saber a la persona deja en realidad encubierta la relación del sujeto con el saber de su propio inconsciente, verdadero agente del vínculo”[3]. En la medida en que el analista con su acto recuerde la banalidad del sentido de las palabras, opere como el dedo elevado de San Juan tal como Lacan evoca en “La dirección de la cura”, señalando cómo somos hablados, que la referencia del lenguaje no existe, hará presente la perspectiva de lo real más allá de la realidad.

En este sentido, la ironía sirve muy bien a la posición del analista a la hora de perturbar los ideales sociales y revelar su naturaleza de semblantes respecto a un real que sería del goce. “Está más bien, como Sócrates, para hacer temblar, para hacer vacilar los ideales, a veces simplemente poniéndolos entre comillas, quebrando un poco los significantes-amo de la ciudad”[4]. Sin embargo, por otro lado, Lacan nos enseñó que los ideales son semblantes, arbitrarios, pero que esos semblantes son necesarios. La sociedad se sostiene gracias a sus semblantes, no hay sociedad sin identificaciones. Entonces si, por un lado, es cierto, el padre es un semblante, y, sí, se puede prescindir de él … sin embargo, no hay que olvidar que ¡a condición de saberlo utilizar!

Pensar la presencia del analista como la provocación de un despertar implica, necesariamente, sostener un deseo vivo. Seis años antes de su Seminario 11, en el texto La dirección de la cura y los principios de su poder, paradójicamente, Lacan dará al analista el lugar del muerto, dejando el yo a un lado para que pueda surgir el lugar del Otro para el sujeto, el inconsciente, su verdadera pareja, en el registro de lo simbólico. Es el lugar de la causa de la división del sujeto que Lacan formalizará más adelante con la función del objeto a, presencia irreductible.

Para finalizar, cabe mencionar el concepto de “acción lacaniana” que Jacques-Alain Miller ha propuesto para nombrar en el seno de la Asociación Mundial de Psicoanálisis la política de incidencia en los ámbitos políticos y sociales como el correlato del acto analítico en la sociedad. Si Lacan ha formulado que «No hay clínica del sujeto sin clínica de la civilización» es porque la topología del inconsciente lacaniano –allí donde el analista manifiesta su presencia- resulta, entre un afuera y un adentro, de una extimidad irreductible. ¿Cómo el deseo del analista pudiera, entonces, prescindir de la ciudad y la época?

 

[1] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.

[2] Lacan, J., El Seminario Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Editorial Paidós, p. 129.

[3] Bassols, M., Presencia del analista, Cuadernos del INES Nro 14, Editorial Grama, p. 99.

[4] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.