Versiones del padre

Mónica Torres

Viviana Berger: Con esta conferencia iniciamos el ciclo de actividades que la Nel-México ha programado con nuestra invitada internacional, Mónica Torres, quien proviene de la EOL – la escuela de la AMP de Bs As. Le damos entonces, la más cordial bienvenida y le agradecemos su presencia con nosotros este fin de semana.

La propuesta de trabajo es sumamente interesante, a más de esta conferencia tendremos en la tarde de hoy, a las 19.30 hs, el Encuentro de Biblioteca, en la Alianza Francesa de San Angel, con la presentación del libro Uniones del mismo sexo, de Grama Ediciones; y en el día de mañana, a partir de las 11 hs tendrá lugar el seminario Amor, deseo, goce – esta vez, en el Auditorio de la Casa Refugio Citlaltepetl, en la Condesa.

Los que ya leyeron el cv de Mónica Torres, habrán sabido interpretar el deseo de Mónica Torres en relación al psicoanálisis. Un deseo decidido, comprometido y constante, que la ha llevado a ocupar lugares muy importantes en los organismos formales de la conducción de la AMP (como por ejemplo, en el Consejo de la AMP, en el Comité Iniciativa del Instituto Oscar Masotta (IOM), en el Consejo Científico Académico del ICdeBA; ha sido presidenta de la EOL, y miembro del Consejo y de los Carteles del Pase). Pero además, ha sabido ejercer la docencia – por ejemplo en lugares tales como el Instituto Clínico de Buenos Aires, en la Maestría «Clínica psicoanalítica» de la Universidad Nacional de San Martín, dando cursos para la Secretaría de Extensión de la UBA y en diferentes cátedras de la UBA, tanto de grado como de postgrado; incluso en diferentes países de América. Además, actualmente es la responsable del Departamento de Estudios sobre la familia y la Directora Editorial de la Revista Enlaces. Cabe mencionar, finalmente, sus publicaciones, que son unas cuantas, tales como: Uniones del mismo sexo, ediciones grama, 2010. Fracaso del inconsciente, amor al síntoma, ediciones grama, 2008 Clínica de las neurosis, Cuadernos del ICBA Nº 10. De los síntomas al síntoma, cuadernos del ICBA Nº1 año 2000. Los nudos del amor, 1998. Una práctica en acto, ediciones Atuel 1995.

En fin, nuevamente, te agradecemos la excelente disposición que nos has manifestado al aceptar nuestra invitación, que cabe mencionar hemos encontrado desde siempre, incentivando y apoyando de distintos modos la difusión del psicoanálisis y el crecimiento de nuestra delegación.

Esta conferencia trata sobre el padre (les recuerdo el título, Versiones del padre). Tanto Freud como Lacan a lo largo de sus obras han trabajado la cuestión del padre. Podemos decir, es un concepto clave. Seguramente, por lo que nos ha adelantado Mónica en su propuesta y lo que hemos podido dialogar con ella en la Varité, Mónica hará un recorrido de la evolución de este concepto en la obra psicoanalítica, que sin dudas, nos servirá para seguir pensando los problemas actuales de la cultura contemporánea de nuestro tiempo.

Me parece que la pregunta ¿Qué es el padre hoy? es un interrogante a trabajar. Freud nos ha dejado un desarrollo del padre muy valioso, que Lacan ha reinterpretado y reformulado en términos de función de anudamiento, como aquello que hace que todo se mantenga unido. Pero la «pretensión» – si es que puede decirse de este modo – del psicoanálisis, es ir más allá del padre simbólico, acceder de alguna manera a cernir lo real; forzados de algún modo por la clínica.

En este punto, el padre como nombre (el Nombre del Padre) y el padre como aquél que nombra (de la última parte de la enseñanaza de Lacan) no son lo mismo. Y este giro, implica consecuencias clínicas y epistémicas. Alcanza, por ejemplo, la diferenciación neurosis, psicosis y perversión. Ahora, nos hacemos otras preguntas, pensamos la clínica en nuevos términos, obviamente sin descartar el diagnóstico estrucutral, pero escuchamos también, por ejemplo, en cada caso quién soporta la función, quién soporta la función de humanizar el deseo, qué padre se ha inventado el sujeto y qué efectos sintomáticos tiene para él. Otras coordenadas en una clínica sin Otro de la garantía.

En fin, sólo unas palabras introductorias para entrar en tema. Los dejo con Mónica Torres y luego de su exposición tendremos oportunidad de intercambiar ideas y precisar los interrogantes.

Versiones del padreMónica Torres: Buenos días, en primer lugar, agradecer a la Nueva Escuela Lacaniana del Campo freudiano, México, esta invitación. Para mí, México era una asignatura pendiente, realmente, no conozco México, porque viví muchos años en Europa, conozco bastante de Sudamérica, pero México era una asignatura pendiente y amo mucho la cultura mexicana, conozco bastante de la pintura y realmente tenía muchas ganas de venir a México.

Por otra parte, es verdad que hay una pasión por el psicoanálisis -seguramente muchos de ustedes comparten, por eso están aquí-, que estuvo presente, como decía Viviana, desde siempre que yo recuerde. Cuando yo empecé en Psicología, al mismo tiempo conocí a Oscar Masotta quien fue el introductor de Lacan en la Argentina y el introductor de Lacan en lengua castellana. Entonces fui lacaniana ya de cuando empecé la carrera; o sea, que siempre fui lacaniana, no hubo lugar para pasar de ser freudiana a ser lacaniana, para mí toda lectura fue desde Lacan. Entonces me ha tocado vivir, por vicisitudes de la vida, siete años en Barcelona y he viajado a Andalucía, Galicia y Madrid dando clases por todos esos lados… hasta volver a Buenos Aires. Mi enseñanza o la transmisión que me gusta hacer del psicoanálisis lacaniano, de la orientación lacaniana -tal como la trabajábamos, tal como la ha trabajado Jacques Alain Miller, fundamentalmente-, en el sentido de que la búsqueda no es repetir a Lacan, porque para eso uno lee a Lacan y ya está. La idea es elucidar a Lacan, porque Lacan es muy difícil de leer, y la idea es acercarlo. Entonces yo sé que tengo un público muy variado, a ustedes no los conozco, sólo a algunos. Me he sentido muy bien recibida, tanto por los que me invitaron como por algunos que se me acercaron en el pasillo.

El programa que les envié para la conferencia de hoy es un poco ambicioso, porque en realidad cada uno de estos momentos merecería una conferencia, así que voy a sintetizar un poco. El primer momento, que va del Nombre del Padre a la Pluralización de los nombres del padre; el segundo momento, que va del Mito a la Estructura en el Seminario 17; un tercer momento, que está referido a un nuevo amor por el padre tal como está trabajado fundamentalmente en RSI, en la última enseñanza de Lacan; y finalmente, plantear la idea del padre en las familias monoparentales o en las familias homoparentales, problema planteado en nuestro tiempo y relacionado con las uniones del mismo sexo que, justamente, si ahora no llego, eso quedará para la tarde cuando voy a trabajar la presentación del libro Uniones del mismo sexo. Uno de los problemas fundamentales que plantean las uniones del mismo sexo es la cuestión del padre, cómo pensar el padre en ese tipo de familias. Bien, hay que decir, no es algo que Lacan llegó a ver, sí tuvo algunas ideas sobre las nuevas virilidades, ya desde el Seminario 4, pero Lacan no llegó a ver las familias homoparentales. Entonces me parece que nosotros tenemos la obligación ética, en tanto psicoanalistas, de plantearnos este tema como fundamental, porque este tema va a estar en nuestros consultorios; de hecho, ya está. Debemos continuar orientados por la enseñanza de Lacan, aun sobre cosas que Lacan no dijo. Voy a empezar por las que sí dijo, y que son muchas.

La idea es trabajar lo que atañe al padre. La diferencia entre el Nombre-del-Padre y la pluralización de los nombres del padre, en primer lugar. Ya el Nombre del Padre es una operación que Lacan hace sobre Freud, porque Freud nunca habló del Nombre-del-padre, habló del padre. Esta primera operación ya implica, en el primer Lacan, el compromiso con la lingüística, y el modo en que pensó, digamos, las estructuras clínicas, y también el lugar del padre a partir de la lectura de Jakobson, de Saussure; es decir, de la lingüística. Entonces, la famosa metáfora paterna que atañe a la relación entre el Nombre del padre y el Deseo de la madre, es una metáfora; o sea, es una operación de sustitución que toma la clínica freudiana, pero aplica a la clínica freudiana los conceptos que venían de la lingüística y también los que venían de Levi-Strauss en relación a los complejos familiares. O sea que, ya decir Nombre-del-Padre es decir algo que no estaba en Freud: la primera operación de Lacan es lingüística.

Esto lo estoy diciendo muy brevemente porque sería imposible dedicarle más. Pero voy a trabajar fundamentalmente, la única clase del Seminario inexistente, está publicado en este libro que se llama de De los nombres del padre y que es la única clase que Lacan pudo dar y ya veremos por qué. Les digo que leer esa clase, es muy importante y fundamental, porque ahí cambia de la lingüística y del Nombre del Padre a pensar en la pluralización de los nombres del padre, que tiene que ver con la cuestión del objeto, el objeto a en Lacan. Digo que para leerla bien habría que leer la Biblia, porque realmente hay que leerla con la Biblia a lado, realmente es una buena experiencia que yo hice, hay una versión muy buena que se llama La Nueva Biblia de Jerusalén, y es muy importante, porque la única clase de ese seminario está basada en gran parte en el Éxodo de la Biblia. Entonces, es difícil seguirla si uno no tiene cierto conocimiento de la Biblia.

Bueno, yo un poco en broma suelo llamar a esta única clase del Seminario inexistente Lacan 10 ½ a la manera de Fellini 8 ½, porque tengo un amor muy grande por el cine también. Entonces, Lacan quería dar un seminario que quedaría como un agujero en su enseñanza con esta única clase de los nombres del padre y luego no lo va a retomar. Si bien, sí está el seminario Les Nom dupès errent como un juego de palabras con los nombres del padre y los no incautos yerran, ya no fue De los Nombres del padre; sino con el juego de palabras quedaba como un agujero en su enseñanza, no decirlo todo sobre eso; 10 ½ porque estaba entre el Seminario de la angustia (que es el seminario 10) y el seminario 11, que es el de Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.

Para mí siempre fue una pregunta ¿por qué Miller había establecido el seminario de la angustia, 31 años después de establecer el seminario de «Los cuatro conceptos…»?, siendo que venían 10, 11… si uno fuera como el autodidacta de Sartre que va de la A hasta la Z tendría que ir por orden. Pero hay un orden lógico que no es cronológico y, creo, en mi opinión, que establece el Seminario de la Angustia al mismo tiempo que el Seminario El Sinthome, porque el Seminario de la Angustia es sobre el goce y, en cambio, Los cuatros conceptos fundamentales es sobre los conceptos. Piensen que toda la enseñanza de Lacan uno la puede escindir entre significante y goce, desde el principio al fin, porque todo el tiempo oscila entre poner el acento en el significante o en el goce. Si entendemos que es un binario, es decir, que el significante no es el goce, sino lo que mortifica el goce, lo que mata el goce. Miller lo explica muy bien en Los paradigmas del goce -trabajados en la Experiencia de lo real en el psicoanálisis-, ver en cada uno de los momentos de la enseñanza de Lacan, son seis paradigmas sobre la relación entre significante y goce. Es una dirección de lectura de Lacan muy importante porque, si uno dice Lacan dice… y Lacan dice… sí, pero ¿cuándo? Porque Lacan como todo pensador que se precie de sí mismo, piensa contra él. No es lo mismo lo que dice en la primera enseñanza que lo que dice en la última, y lo que dice en el medio. Es bueno ver en qué paradigma del goce está situado, paradigma del goce quiere decir también paradigma de la relación entre significante y goce. Bueno, entonces, ustedes saben que esta clase es una sola, porque fue el momento que Lacan fue excomulgado de la IPA, Lacan lo llama así, Excomunión. En el primer capítulo, el prefacio del Seminario 11 habla de la excomunión y allí solía decir, no es por azar que no he podido dar mi seminario sobre los nombres del padre y, ese no es por azar tiene que ver con que en realidad para la IPA era imposible que el dictara un seminario sobre los nombres del padre en plural, porque estaba tocando el nombre del padre fundamental, que era Freud. Y la IPA sigue agrupada alrededor de ese nombre del padre. Él piensa que esta excomunión, ocurrió porque él tocó el Nombre del Padre. Al pluralizarlo, tocó el Nombre del Padre.

Entonces, digamos, primera operación de Lacan, el Nombre del Padre, la lingüística por sobre el padre freudiano; digamos, la metáfora paterna y el Nombre del Padre. Segunda operación, pluralizar los nombres del padre; es decir, que ya no se trata del Nombre del Padre sino de los nombres del padre. Y Lacan no quiso volver nunca a dar ese seminario. Miller nos dice que Lacan, en realidad, soñaba con llevarse a la tumba el secreto sobre los nombres del padre, era su venganza por haber sido excomulgado de la IPA, porque da la casualidad, -casualidad no es-, de que Lacan recibe la notificación de que es expulsado de la IPA, la noche anterior al día en que comenzaba el seminario sobre los nombres del padre. Fue y lo dio, dio una clase. Después de esta notificación. Es decir, que a pesar de esto se hace presente ante su auditorio y anuncia que no va a poder dar su clase, pero igualmente da una clase. Él piensa que no es por casualidad que lo expulsen en ese momento y eso tiene que ver con que ha tocado los nombres del padre.

Muy bien, el tema del secreto del padre, porque hay un secreto sobre el padre que Lacan soñó con llevarse a la tumba, está en muchos lugares. Lacan habla del padre en muchos lugares en los Escritos, en Subversión del sujeto y la dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano, en La ciencia y la verdad, en Del trieb de Freud y el deseo del psicoanalista. ¿Cuál es, en primer lugar, el secreto del padre? El secreto del padre es que la tumba del padre está vacía. Decir que la tumba del padre está vacía. No hay un Nombre del Padre en singular, entonces es por esto que Lacan para explicar la pluralización de lo nombres del padre toma la religión judía y no la cristiana. Porque en la religión judía, Dios tiene muchos nombres, mientras que la religión cristiana, la católica, es una religión más basada en el hijo que en el padre. Él pensaba que la religión judía le era más útil para explicar porque Dios tiene muchos nombres, y que tenga muchos nombres, esto quiere decir que no puede ser nombrado; es decir, que ninguno logra nombrarlo. No es que el cristianismo no haya pensado la cuestión del padre, por ejemplo, San Agustín, en De Trinitate -que es acerca de la Trinidad cristiana Padre, Hijo y Espíritu santo-, habla de la cuestión de padre, y allí para nombrarlo tenemos una trinidad, pero siempre está el padre con el hijo. En cambio, la religión judía es más una religión del padre, Lacan en Subversión del sujeto… nos dice, por ejemplo, que la tumba de Moisés está tan vacía para Freud como la de Cristo para Hegel; esto es, Freud no pudo encontrar en Moisés la respuesta que esperaba, y agrega que Abraham no entregó su secreto a ninguno de los dos, ni a Lacan ni a Hegel. Podríamos pensar entonces que el secreto lo conoce Abraham, porque es el que tuvo que entregar su hijo en sacrificio, a quien Dios le pidió que sacrificara a su hijo, entonces de lo que vamos a hablar ahora es del goce del padre y del deseo del padre.

En La ciencia y la verdad, Lacan nos dice: «no me consuelo con haber tenido que renunciar a enlazar con el estudio de la Biblia la función del Nombre del Padre, haber tenido que renunciar a dar ese seminario». Les decía que el 19 de noviembre de 1963, el día anterior a que dictara ese seminario, el nombre de Lacan fue borrado de los analistas didactas de la IPA. Si él pensaba barrar, tachar al Nombre del Padre, lo que ocurrió que él fue tachado de la lista de didactas de la IPA. A Lacan le pareció muy clara la relación que había entre una cosa y la otra. Entonces el 20 de noviembre se presenta ante los alumnos, les anuncia que va a dar sólo una clase, porque había recibido una mala noticia la noche anterior. Ya el haberse presentado, nos habla del deseo de Lacan por el psicoanálisis y de su posición ética, porque podía haber estado lo suficientemente mal como para no haber ido a dar esa clase, y no es lo que hizo.

Los seminarios posteriores los va a dictar en la Ecole Normale Supérieure. El Seminario 11 comienza hablando de la excomunión y Miller dice que Lacan hizo una especie de metáfora, ya que colocó los conceptos en el lugar donde deberían de estar los nombres del padre, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, porque hablar de los cuatro conceptos es también una manera de tocar el nombre del padre Freud. En esta clase Lacan nos viene a explicar el deseo de Freud con respecto al padre. Ustedes saben que Freud nunca logró del todo contestarse las preguntas ¿qué quiere una mujer? ni ¿qué es un padre? En cambio, Lacan tiene varias teorías a lo largo de su enseñanza sobre ¿qué es el padre? Y no comenzó preguntándose ¿qué quiere una mujer? sino más bien, ¿de qué goza una mujer?, que es una pregunta completamente distinta. Entonces nos dice Miller que así como Gracián podía interpretar los nombres de Dios como Amor, Justicia Caridad y Pureza, Lacan en el Seminario 11, los nombres del padre serán inconsciente, repetición, transferencia y pulsión, una especie de operación de sustitución. Diríamos que, si tuviéramos que hacer un cuadro tendríamos, primero, el Nombre del Padre en singular; después los nombres del padre en plural; luego los matemas, de ahí paso a la lógica y terminó en la topología. O sea que, de la lingüística a la Biblia, de la Biblia a la lógica y de la lógica a la topología. La enseñanza de Lacan nunca cierra, está siempre abierta, esa fue la idea que él tenía de dar su transmisión que quedara abierta y quedó abierta, la última enseñanza es más clara aún en eso. Él siempre estaba pensando en una nueva cosa que tuviera en cuenta el horizonte de la época, seguramente si viviera ahora se estaría ocupando de escribir o de dar clases de las uniones del mismo sexo.

La pluralización de los nombres del padre quiere decir que hay un nombre, y otro nombre, y otro nombre para nombrar al padre, y dirá que el nombre del padre en singular es uno de los nombres posibles para nombrarlo, hay otros, uno podría ser, por ejemplo, la mujer. Digamos que el nombre del padre no es más que una función que podemos llamar X, y es hasta esa única clase que se vuelve una X, esa X la puede ocupar algo que puede no ser el padre, ni el Nombre del Padre, puede ser ya les dije, por ejemplo, una mujer.

Les decía que Lacan elige al Dios de los judíos porque en el Dios de Israel pareciera que está más presente la castración, además tiene varios nombres, es uno entre otros, lo que nos indica que de entrada en el judaísmo hay una pluralización de los nombres del padre. Los distintos nombres aparecen porque Dios no puede ser nombrado, Elohim podía representar al Dios del deseo, puede ser nombrado, pero, por ejemplo, El Shadai no puede ser nombrado y quizás representaría al padre del goce. La religión judía no buscaba en realidad la pluralización de los nombres del padre, en realidad buscaba uno solo, y ese ni siquiera puede ser nombrado y resulta que se lo nombró con muchos nombres; o sea, uno puede encontrar una equivalencia entre no nombrar y nombrar con varios nombres, porque no hay uno que lo identifique en tanto Uno. Esto quiere decir que Dios vuelve a estar en una serie de nombres, del mismo modo, el Nombre del Padre no es el único nombre capaz de soportar la función, esto es algo completamente original, no estaba pensando así en Freud de ninguna manera, es más, fueron límites del pensamiento freudiano, la cuestión del padre y la cuestión de qué es una mujer. Esto puede ser ocupado por varios lugares, por el analista, por el síntoma en singular o sea el sinthome, por la escritura como sinthome, como es el caso de Joyce; de hecho, el sinthoma en la última enseñanza de Lacan está pensado como el que enlaza los tres registros RSI, real, simbólico e imaginario, no pueden estar anudados si no están anudados por el sinthoma.

Otra cosa que uno puede hacer en la enseñanza de Lacan, tal como en el binario significante-goce, también puede verse como funciona RSI en cada uno de los momentos de la enseñanza, desde el Seminario 1, con la lógica de los espejos, ya está presente RSI, pero en este tenemos una pregnancia de lo imaginario y una relación entre lo simbólico y lo imaginario, en el cual lo simbólico gobierna lo imaginario, para decirlo brevemente. Con el pasaje del Nombre del Padre a los nombres del padre en plural, se pasa de la religión a la ciencia, porque el nombre del padre está ligado necesariamente a la religión y es por eso que Lacan toma la Biblia. Por ejemplo, está muy claro en el mandamiento, No invocaras el nombre de Dios en vano, y esto es lo que Lacan pensó como una excomunión, porque de alguna manera pluralizó lo que no podía ser tocado. Se ve mejor el saber que el judaísmo tiene sobre esto, ya que está claro desde el principio que es un nombre que no se lo puede nombrar, así queda protegido, es una letra inpronunciable. Por supuesto que esto no va sin la caída del padre en el horizonte de la época, que Lacan haya podido pensar eso tiene que ver con la época, con la subjetividad de la época porque en la época de Freud, la cuestión del padre era una, era la época victoriana y en la época de Lacan ya había comenzado la caída del padre, ya lo había ubicado en los complejos familiares, muy temprano en su enseñanza. Él fue pensando, acompañando esta caída del padre con esta sustitución; primero, la metáfora paterna luego la pluralización de los nombres del padre. Hay que decir que la metáfora paterna estaba más relacionada con el Deseo de la Madre; esto es, se trataba de que el Nombre del Padre barrara de algún modo el Deseo de la Madre, que el deseo feroz de la madre, feroz incluso en el sentido que la menciona como un cocodrilo al que hay que ponerle un palo en la boca para trabarle las mandíbulas, puesto que los cocodrilos se tragan la cría; es el padre quien pone ese palo en la boca del cocodrilo para que no se trague la cría. Eso podemos pensarlo en nuestra época con la caída del padre y la feminización del mundo.

Entonces la primera operación del Nombre del Padre fue pensada muy en relación al Deseo de la Madre; en cambio, la pluralización de los nombres del padre no se ocupa del deseo de la madre, se ocupa del deseo del padre. No se había ocupado hasta ese momento ni del deseo ni del goce del padre. Bien, Lacan sí había hablado de la carencia paterna en relación al caso Juanito. Viviana me hizo una pregunta sobre esto en la Varité. Es verdad que Lacan se ocupó de la carencia paterna con respecto a la fobia, porque como ustedes saben, la entidad clínica de la fobia es como un disco giratorio; por lo tanto, no llega a constituir plenamente una neurosis, pero tampoco hay forclusión del Nombre del Padre. Entonces, sí habló de carencia paterna. No hay que confundir esa carencia paterna con la idea del padre ausente de la psicología que estaba en la pregunta de Viviana, porque, por ejemplo, no hay nadie más presente que el padre de Juanito. Juanito estaba harto de la presencia del padre, pero realmente este padre tan presente no era un padre, era otra madre. En nuestro tiempo, hay un empuje a que tanto el padre como la madre tengan la misma función, es un reclamo que le hacen las mujeres a los hombres. Además a los padres también les pasa que quieren ser un poco madres, lo cual es un tema para pensar ¿no? Al compartir la crianza resulta que el chico tiene dos madres y habría que ver como funciona el padre, esto es un poco antipopular para las mujeres, que yo diga esto. Hay una idea de que el padre tiene que colaborar en la crianza bla, bla, bla, muy bien; pero hay que ver como eso afecta la función del padre, porque esto puede llevar a una sustitución débil del Deseo de la Madre, que además tiene que ver con las nuevas virilidades y las nuevas paternidades.

De ninguna manera hablar del padre carente quiere decir que está ausente en la realidad, al contrario, es un padre muy presente y es carente por lo presente que está. Lacan nos dice que el padre de Juanito estaba muy enamorado de la madre y además pendiente todo el tiempo de Juanito. Por ejemplo, le decía, bien psicológico el padre, ¿tienes miedo de alejarte de mamá? No, le contesta Juanito, de lo que tengo miedo es de que siempre volvería. O sea que Juanito tenía la angustia de la falta de la falta. Y todavía hoy con todos los años transcurridos de ese seminario de 1958, uno escucha en los consultorios a las madres preocupadas porque tienen que estar presentes con sus hijos. Como un resto, hay una idea psicológica del asunto que está en las madres y que hoy día también está en los padres, hay que preguntarse sobre eso, porque en realidad si definimos que el problema no es la falta sino que falte la falta; si Freud ya hablo del fort-da desde el principio, que tiene que ver con que la madre entra y sale ¿por qué tanta preocupación actualmente por estar con el niño, tanto de la madre como del padre?. No olvidemos que el padre de la realidad, por supuesto, nunca está a la altura de la función, esto ya se incluye en la operación del Nombre del Padre y en ese sentido, siempre hay carencia; porque si no la hubiera, si coincidiera el padre con la función, tendríamos una psicosis, es el caso Schreber que coincide el padre con la función.

Voy a dar un primer salto, después vuelvo al Seminario inexistente, al Seminario 17, porque hay ahí un pasaje del Mito a la Estructura, ahí Lacan reúne de un modo que después él va a criticar, por ejemplo, en el Seminario 18, De un discurso que no fuera del semblante. Va a criticarse a sí mismo, ya que se da cuenta en el Seminario 17 que no puede homologar al padre de Tótem y tabú con el buen padre del Edipo. También está Tótem y tabú, está Moisés y el monoteísmo y está el padre del Edipo y; estos padres no pueden coincidir entre sí, son antinómicos. Así pues en el Seminario 18 sólo va a tomar Tótem y tabú porque en este va a estar más claro el goce del padre, antes del asesinato, porque es aquel que gozaba de todas las mujeres, es más claro el goce del padre en Tótem y tabú que en el Edipo, el buen padre, es este del que les estaba hablando hace un ratito, digamos, cada vez más bueno.

Lo que va a decir Lacan finalmente es que de lo que se trata es que son todos mitos acerca del goce del padre, tanto en Tótem y tabú como en el mito de Edipo. En el Seminario 18 dice, justamente, que el goce del padre es poco claro porque no se sabe si este padre que goza de todas las mujeres, es él el que goza o son todas las mujeres las que gozan. A la vez, hay que tener en cuenta que el Nombre del Padre es un elemento de la teoría del Nombre, una teoría que incluye el nombre propio, el nombre del goce y el nombre del padre, es decir, es uno más en la teoría del nombre. Tal como está trabajada en el Seminario 9 de la Identificación que no ha sido todavía establecido por Miller; pero que trata del significante, el S1. Lacan dice que el analista no tiene un nombre propio, en el sentido de que el analista puede hacer de su nombre, un nombre común. Que el nombre del analista puede entrar en las formaciones del inconsciente del analizante. Les voy a dar un ejemplo mío, yo tengo un apellido que fácilmente puede pasar a nombre común, Torres. Cuando se cayeron las torres gemelas de Nueva York en el 2001, hubo pacientes que hacían un equivoco en la caída de las torres, y esto entró en el inconsciente de algunos, y el analista ha de estar dispuesto a que su nombre sea un nombre común entre los analizantes; aunque tenga un nombre propio en lo que escribe. Igual el psicoanalista por mucho que escriba, nunca es un autor para Lacan. Entonces ese juego que el propio Miller hace con su nombre, molinero, si es empleado en el uso común del nombre propio, es una injuria; pero si aparece en las formaciones del inconsciente del analizante no es una injuria, ayuda al trabajo que se está realizando en un análisis.

Entonces Lacan para trabajar los nombres propios tomó, entre otros, a Frege, y varios otros lógicos matemáticos, porque Frege se ocupó mucho del sentido y la significación, también trabaja un artículo de Bertrand Russell que se llama Sobre la denotación, donde se pregunta qué pasa cuando hay un concepto que no tiene existente. Si nosotros escribimos Nombre del Padre como una X, es un concepto que no tiene un existente directo, tal como lo tenía el padre en Freud, se separa la función del existente. Estoy hablando de lógica matemática. Esto nos permitirá llegar a lo que luego estará en el Seminario 20 en las fórmulas de la sexuación, separar el «para todos» del «existente», porque el «para todos» es universal y el «existente» es singular. Uno podría decir que a cierta altura de la enseñanza de Lacan el «existente» es particular pero al final, y sobre todo, en nuestro tiempo, es más y más singular, porque es absolutamente contingente quien va a ocupar ese lugar del padre, o esa función del padre, es cada vez más contingente, en nuestro tiempo más que nunca. Por ejemplo, en las familias homoparentales o homosexuales, el problema es la función del padre ¿cómo definimos el padre ahí?, por la importancia que la teoría lacaniana le da a la función del padre.

Puedo darles un ejemplo para que ustedes entiendan mejor la diferencia entre el «para todos» y el «existente», el universal y el «existente». Si uno dice «el actual rey de Francia» o incluso «el actual rey de Inglaterra», eso está nombrando un concepto que no tiene un existente, uno puede nombrar algo que no tiene un existente, porque no hay rey de Francia ni tampoco, incluso, rey de Inglaterra.

Si el concepto es un significante, el concepto mata al sujeto; ustedes saben que la teoría del significante en Lacan nos dice que el sujeto, está barrado por el significante, está barrado en primer lugar por el Otro, es hablado por el Otro. Para Lacan, de entrada, el sujeto está barrado por el Otro, que es lo mismo que decir que está barrado por el significante. Si es barrado por el Otro, sólo puede repetir el discurso de los padres, para cuando se dió cuenta ya se ha tragado el anzuelo, es una de las metáforas que utiliza Lacan. El sujeto ya estaba marcado por el significante, que mortificaba el goce y las marcas de goce que quedan como resto de esa operación significante, porque marcas de goce quedan, esas no van a desaparecer del todo. Por eso, mi último libro se llama Cada uno encuentra su solución, porque el último Lacan no piensa que se trata del atravesamiento del fantasma, sino de saber hacer con esas marcas de goce, saber hacer de esas marcas de goce un sinthoma. El nombre, dice Lacan, da al sujeto como muerto en un sentido, porque es el nombre que aparecerá en la tumba. El significante como tal tiene que ver con la tumba, porque mortifica lo vivo, eso yo lo he trabajado bastante en un artículo que está publicado en la revista Enlaces. Eso que no podrá ser escrito tal como lo dice bellamente T. S. Eliot, en un poema que se llama La tierra baldía, que hay un goce que no quedará escrito en la tumba de nadie, lo que el sujeto vivió como goce. Hay unas estrofas muy lindas sobre esto, sobre la caída de un sujeto en la insensatez, la insensatez es el acto sexual, y esto no podrá ser escrito por ningún notario, ni estará escrito en nuestras tumbas, porque ese goce vivido no dejará huella en los cuartos vacíos, ni en lo escrito por el notario, esto es, se separa el significante del goce. Los poetas saben y siempre lo dicen mejor que nosotros, en eso Lacan, hablando de Marguerite Duras, voy a hablar bastante de eso mañana – dicen que siempre el artista le lleva la delantera al psicoanalista. Ella sabe sin él, Marguerite Duras, lo que él enseña. Es lo mismo, T. S. Eliot sabe sin él, lo que él enseña.

En Subversión del sujeto introduce de alguna manera el goce del padre cuando dice que, hay un nombre que falta en el mar de los nombres propios y entonces, Miller se pregunta: ¿por qué dice en el mar de los nombres propios? y no dice en el conjunto de los nombres propios. Porque si hubiera dicho conjunto, estamos en el campo de la lógica, pero si hablamos del mar, hay algo infinito, innombrable, no se detiene, no tiene denotación posible. Es lo mismo cuando decimos Lacan dice, no decimos Lacan decía, porque su discurso está vivo, sigue teniendo una presencia actual. Y el goce de transmitir su enseñanza está vivo, no está mortificado por el lenguaje, es de esperar que en las clases y en las conferencias que damos, algo de ese goce pueda ser transmitido. En ese sentido, el nombre propio es inconmensurable, va más allá de la tumba y del significante, y tiene que ver entonces con el goce como tan bellamente lo dice el poema de Eliot. Lo que aparece como faltando en el mar de los nombres propios es el nombre de goce.

Versiones del padreDe esta manera tenemos ya tres nombres: el nombre propio, el nombre del padre y el nombre del goce. Que el nombre de goce esté más allá del nombre del padre tiene que ver con la aparición del objeto a en la enseñanza de Lacan. Ustedes piensen que Lacan introduce el objeto en el Seminario de la Angustia y toda la cuestión después del Seminario 16, De Otro al otro, con minúscula. Nosotros podríamos llamarlo también del significante al goce, de Otro al otro, no es al otro con minúscula de lo imaginario, es el del objeto. El neurótico es alguien que le atribuye todo lo que le pasa al Otro. Por eso el concepto de extimidad, trata de que uno ve como viniendo de afuera lo más intimo. Lacan llamó a eso extimidad, tanto en el Seminario 7 de la ética como en el Seminario 16 retoma bastante la cuestión de que el neurótico le atribuye todo el tiempo al Otro su objeto de goce, no lo puede reconocer como propio. Por ejemplo, cuando alguien se separa, ya sea de la pareja, ya sea un hijo de la madre, ya sean los amantes o en una separación matrimonial; el problema no es separarse del Otro, sino separarse de la parte de goce propio que estaba enlazada al Otro, o sea, separarse del propio objeto. En cambio, el neurótico todo el tiempo, le atribuye todo al Otro; hay pacientes, sobre todo mujeres, a las que hay que decirles que no pueden decir más la palabra «él», porque «él me dijo», «él entró y él es así», «él es de esa u otra manera» y no nos enteramos nada de lo que ella dice. Bien, hay que prohibirlo, a veces. El Nombre de Padre en singular está del lado del Otro, el nombre del padre en plural está del lado del a minúscula, o sea, del lado del objeto de goce.

El objeto a fue conceptualizado por primera vez en el Seminario de la Angustia, que exista el objeto a es lo que le permite pluralizar los nombres del padre. O sea que en Del trieb de Freud y el deseo del analista, Lacan hace una diferencia entre el analista freudiano y el analista lacaniano y dice: el analista lacaniano cree que las identificaciones tienen que ver con el Nombre del Padre, pero que éstas no satisfacen a la pulsión, que es a lo que está aferrado el neurótico, a las identificaciones, a la novela familiar. En realidad tienen que ver con lo simbólico y con el Nombre del Padre, pero no tienen que ver con el goce, por eso el Seminario 9, La identificación, es sobre el S1, sobre el significante; en cambio, el 10 es un seminario sobre el objeto. Esto es, para que vayan entendiendo como avanza Lacan en su pensamiento, como se cuestiona a sí mismo todo el tiempo. Lacan dice muy bien, estoy definiendo al padre, pero se me está escapando el goce; es lo mismo que le pasó con el Seminario de la ética, en el cual se tornó imposible el goce. Entonces tuvo que ir a otro paradigma; pensar el goce fragmentado, que es el goce de los objetos de la pulsión tal como aparece en el seminario 11. Pero ese sería tema de otro seminario.

Digamos que el primer Lacan, los filósofos con los que trabajó son Hegel y Kant. Toda la dialéctica del deseo es una dialéctica hegeliana y el seminario de la ética está referido a Kant, no se olvida Lacan de escribir Kant con Sade, para decir que Kant, tenía la idea de que el goce pudiera ser sustraído. La verdad de Kant es Sade también podríamos decir que la verdad de Sade es Kant, porque Sade tenía reglas sobre el goce -era un poco kantiano en eso, así como Kant era un poco sadeano, no voy a decir sádico, sino sadeano-, es decir, lo que estaba oculto tras el significante Kant, era el alarde del significante. Kant se pasaba escribiendo encerrado y bajaba de vez en cuando, daba una vuelta breve y, en una ocasión, lo subió una princesa en su carruaje y, transcurrió un poco más del paseíto previsto de diez minutos, y Kant dijo: ¡nunca más me subo a ningún carruaje! porque estaba todo el tiempo escribiendo y él pretendía regular desde el significante al goce, eso en Kant es claro, es absolutamente claro en la máxima kantiana, que el Imperativo categórico kantiano es el imperativo del superyó; porque lo que está oculto es el goce detrás de ese imperativo.

Entonces Lacan en esta única clase del Seminario inexistente no toma ni a Hegel ni a Kant, lo que va a tomar es a Kierkegaard, quien es un filósofo que justamente no se ocupa del universal como Kant o Hegel. Hegel quería llegar al saber absoluto. Pero Kierkegaard aparece como muy dividido, es un filósofo muy dividido. Quienes se ocuparon del goce son Kierkegaard, Nietzsche, Spinoza y, quizá también, San Agustín. Lacan descubre el gran engaño hegeliano que quiere llegar a la idea de saber absoluto y Lacan está completamente contra eso. Finalmente, todos terminan con la idea de Dios, Hegel e, incluso, Descartes que quiere objetar algo con el «pienso luego existo» y termina resolviendo la cuestión con Dios. En cambio, Kierkegaard y Nietzsche piensan que el Dios no se sostiene en un universal. Por ejemplo, San Agustín decía que Dios no es causa sui, no es causa de sí mismo, esto podría hacernos pensar que Dios no se le presentaba como tan entero, pero Lacan encuentra la contradicción de que Dios no se causa sui y que, sin embargo, San Agustín pueda decir que Dios dice: Soy el que soy, porque si Soy el que soy es causa sui, pues no es efecto de nada, es sólo causa.

Este Dios que estamos pensando ahora que no es causa sui, tiene más que ver con el objeto que con el Otro. Porque todos estos filósofos tales como Kant o Hegel son filósofos del Otro, hay una creencia absoluta en el Otro que termina por ser una creencia en Dios, por lo tanto, en el padre. En cambio, el Dios de Nietzsche, quien dijo: Dios ha muerto, es más frontal en esto. Siempre me ha llamado la atención que Lacan nombra poco a Nietzsche, pero para decir esto, lo nombra. En el Seminario 10 toma fundamentalmente a Kierkegaard porque es quien se ocupa de la angustia y del padre, en su libro Temor y temblor. Que es otra cosa que habría que leer conjuntamente con la Biblia para entender esta clase, porque habla del padre y se pregunta mucho sobre lo que no logra entender en la lógica de Abraham. ¿Por qué estuvo dispuesto a matar a su hijo?, esto no es sin la angustia que le provoca a Kierkegaard el acto de Abraham. En esta clase, Lacan toma la figura de Dios para decir que no es el gran Otro, que es un Dios más referido al goce, que al concepto; y que el cuento del Edipo es un mito, mientras que el complejo de castración no es exactamente un mito, porque está referido a lo real. Entonces digamos que todos los mitos sobre el padre son mitos sobre la pérdida de goce, y el sujeto supone que la culpa de la pérdida de goce la tiene el padre.

Entonces ¿qué es lo que pone límite al goce, al goce del padre? Uno podría decir: el placer puede poner límite al goce, pero si es el placer lo que pone un límite al goce, ¿para qué está la figura de la ley? ¿Para qué está el padre como figura de la ley?, ¿para qué sirve la ley y para que sirve el padre?. En realidad, Lacan en el Seminario 18 va a decir que el padre es un semblante y esto va a estar bastante explicado en su escrito sobre El despertar de la primavera. Entonces, el padre es un semblante y la primera operación que Lacan realiza sobre Freud, el nombre del padre como metáfora, en realidad, denota el poder de la palabra, porque el Otro es eso, el poder de la palabra. Después, Lacan no va a creer tanto en el poder de la palabra, va a ver que está el goce obstaculizando eso, incluso san Agustín en De Trinitate cuando habla del padre toma la hora nona con la famosa frase de Jesús, «Padre ¿por qué me has abandonado?, hay una relación muy grande con «Padre ¿no ves que estoy ardiendo?», porque es un padre que no ve, fundamentalmente es un padre que no ve. El a minúscula da cuenta de que no hay un universal de los nombres del padre, por lo tanto, no hay un nombre del padre en singular, si la metáfora fuera posible para el a minúscula nosotros podríamos escribir:

a
J

Si fuera posible la metáfora, el a sustituiría al goce, pero el a no sustituye al goce: es el goce. Entonces a la altura del Seminario 10, Lacan comienza a ir en contra los filósofos a los que había seguido hasta este momento. Había seguido mucho a Hegel en la cuestión del alma bella para explicar la histeria y, después, no es que no queden ideas de Hegel en el discurso del amo, pero muy modificadas. Porque dice que el filósofo va a llegar a la concepción del saber absoluto. Al contrario, lo que él quiere introducir es la problemática de la angustia y Hegel no se angustia; el que se angustia es Kierkegaard y también Nietzsche.

Versiones del padreHay una parte en el Seminario 17 donde dice que Nietzsche introduce el tema de que Dios ha muerto, pero hay muy pocas referencias en la obra de Lacan. Me he puesto a buscar porque me interesaba encontrar por qué Lacan no mencionaba a Nietzsche. Pero Kierkegaard en Temor y temblor está completamente dedicado a pensar por qué Abraham estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo, eso lo tortura. Les decía que en el único lugar donde se entiende la pluralización de los nombres del padre es en la Biblia, Lacan toma una cita del Éxodo dice: Moisés pastoreaba el rebaño de sus suegro Jetro, sacerdote de Madián, llegó hasta Horeb, en la montaña de Dios, ahí se le apareció el Angel de Yavhé en una llama de fuego en medio de una zarza, y Moisés vio que la zarza ardía, Moisés se acercaba para mirar, y lo llamó: ¡Moisés, Moisés! y Moisés dijo: Héme aquí. Yahvé le dijo: No te acerques aquí, quita las sandalias de tus pies, porque el lugar que pisas es suelo sagrado. Y añadió: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Moisés se cubrió el rostro porque temió ver a Dios. Tomando esta cita del éxodo de la Biblia, Lacan comienza a hablar de la caída del objeto y de la angustia que provoca. Venía explicando hasta este momento que la falta estaba en la mujer; pasa a hablar de la detumescencia del órgano en el varón, para ubicar el lugar de la falta en la detumescencia del órgano en el varón y no en la carencia de falo en la mujer; o sea, empieza a salir de la lógica fálica, porque la lógica fálica está relacionada con la lógica del significante y la lógica del Otro, mientras el a no va junto al Otro ni al significante ni al falo, el a introduce el goce.

Lo que dice de la detumescencia es muy interesante porque dice que hay un pérdida de goce y eso hace aparecer el objeto. La detumescencia implica que para el sujeto el orgasmo está al mismo nivel que la angustia. Y agrega, la detumescencia implica esto no sólo para el varón sino para ambos sexos, porque a partir de este momento, el deseo estará para siempre separado del goce, una cosa es el deseo y otra el goce. Y algo de esa separación se produce en el acto sexual mismo. Por eso la histérica -que es una amante del Otro, del significante y del deseo, coloca el deseo donde está el significante, el Otro y el falo -, ella siempre quiere al hombre del deseo y rechaza al hombre del goce.

En Dora, el hombre del deseo era el padre, se trataba del deseo. Por eso ella no puede hacer lo que le pide el señor K, ella tendría que estar en una posición femenina y no histérica, y no puede, no tiene con qué. La Bella Carnicera, tenía al hombre del goce. En la Bella Carnicera es claro que se trata del goce de la carne. Freud pone otro ejemplo para hablar de la histérica como agua mansa ¿se dice acá? Bueno, entonces, mosquita muerta. Son histéricas suavecitas, no son histéricas decididas, pero hay que cuidarse más de las histéricas agua mansa que de las agua brava, porque el agua brava uno la ve venir y el agua mansa se va metiendo, se va metiendo y al final, uno se ahoga. Hablando de la bella carnicera inventa ella como toda histérica, la Otra. Y se la sugiere al marido, y finalmente, entusiasma al marido con la Otra. Podríamos decir que ella tiene que transformar al hombre del goce en hombre del deseo, porque lo que ella quiere es que el carnicero desee a la amiga. Ella se percata que hay algo en el deseo que no es puro deseo, que es goce ¿cuándo?, cuando el carnicero dice: «cualquier trozo de trasero de una muchacha bonita sería más interesante de pintar que mi cabeza». Cuando un pintor quiere pintar la cabeza del carnicero, la carnicera, que era una histérica inteligente escucha bien: trozo de trasero y, ahí aparece la parcialidad de la pulsión y la cuestión del goce. Miller ha escrito un bello artículo Trío de Melo, de melodrama (que tiene que transformarse en comedia en la histeria entre la carnicera) el carnicero y la amiga flaca. La Bella Carnicera deduce que cualquier trozo de trasero le puede venir bien al marido; entonces ella quiere ser deseada más que la amiga, tal como Dora quería ser deseada más que la señora K.; pero no quedarse a solas con el señor K. Ni tampoco en al caso de la Bella Carnicera con el carnicero, que le quería comprar el caviar y ella soñaba con el salmón. El carnicero estaba dispuesto a comprarle el caviar y el salmón porque estaba enamorado de ella. Para Dora era más fácil, porque tenía al hombre del deseo -que era el padre- y al hombre del goce -que era el señor K.- Les digo esto porque los trato de ir llevando a la diferencia entre la lógica del significante, (en la cual está también la lógica del deseo) y, la cuestión del goce, que no responde a una lógica ni a un concepto.

En realidad, la aparición del objeto y su pérdida son la misma cosa, porque es la separación del niño del pezón, si pensamos en la etapa oral, el pezón para el niño es una parte de su cuerpo y en un momento tiene que perder ese objeto. Tal como va a pasar en la etapa anal. Lo más interesante es lo que Lacan dice sobre la mirada, lo que mejor representa al objeto es la mirada y la voz que son los objetos lacanianos, que no estaban en Freud. ¿Qué pasa en la mirada?, hay algo horroroso a veces, lo que Lacan llamará «la esquizia del ojo y la mirada». Esto ya está en Freud en el artículo Lo siniestro, cuando toma el relato «El arenero» de Hoffman que arrancaba los ojos de los niños.

Lacan lo que va a trabajar es que no es lo mismo el ojo que la mirada. Freud ya se había dado cuenta de eso con la ceguera histérica donde el ojo estaba perfectamente bien, sin embargo la histérica no veía. San Agustín también se da cuenta, habla de la voluptuosidad del ojo. Por ejemplo, una novela muy famosa en la Argentina de Ernesto Sábato Sobre héroes y tumbas tiene una parte «Informe sobre ciegos» también allí está muy claro qué pasa cuando queda ciego el ojo y, a la vez, hay presencia de la mirada; o sea que, hay algo de la trama de la cadena significante que se pierde cuando el objeto se enfrenta a la mirada, también está en la lógica del exhibicionista y en la lógica del voyerista.

El primer Lacan se ocupa del Deseo de la Madre y después, ya el Lacan del Seminario de la Angustia y el Lacan de la clase única del Seminario inexistente se ocupa del padre del goce. De este padre que está tan claro en tanto Dios le pide a Abraham que lleve al hijo y lo sacrifique, se ve claro el goce del padre. No sólo lo toma en la única clase del seminario inexistente, hay un capítulo en el seminario 17, que se llama «La feroz ignorancia de Yavhé». Ustedes ven que hay muchas versiones de Dios y eso es a lo que va llegar Lacan a la perè-versión con un juego de palabras en francés que él llama perè-versión que es la perè-versión de cada uno, no la perversión como estructura clínica, sino la versión del padre. Ya hablamos de versiones del padre y el judaísmo habla de versiones del padre, ya que habla de Yavhé, habla de Elohim, El Shadai, de la Zarza ardiente, son versiones del padre.

De lo que se trata, al final de la enseñanza de Lacan es de que cada uno encuentre un padre; que no necesariamente está representado por su padre, cuando alguien encuentra su solución sintomática a lo irreductible entre el amor, el deseo y el goce, también encuentra quién ha sido su padre para él, aún si es un invento contingente. Y en ese sentido, si es un invento contingente, uno pensaría que no necesariamente se trata de un hombre, digo, porque hablaremos de las uniones del mismo sexo.

Retomando, entonces, el Shadai no fue traducido al principio como el Todo poderoso tal como nos aparece en la Biblia actual; en realidad, se trata del origen del padre basado en un carnero, o sea, en la raza «Sem» para los judíos. Aquí Lacan hace una referencia a Kierkegaard en Temor y temblor donde Kierkegaard dice en la página 35: cuando me pongo a reflexionar sobre Abraham me siento aniquilado, caigo a cada instante en la paradoja maldita que es la sustancia de su vida, a cada instante me siento rechazado, y a pesar de su apasionado furor, mi pensamiento no puede penetrar esta paradoja ni siquiera el espesor de un cabello; pongo en tensión todos mis músculos e instantáneamente me siento paralizado. No ignoro las acciones que el mundo admira como grandes y magnánimas hayan eco en mi alma, porque estoy humildemente seguro de que el héroe ha luchado también por mí, entro, por lo tanto, en el pensamiento del héroe, pero no en el de Abraham; alcanzada la cima de entender su pensamiento, voy de nuevo a caer porque aquello que se me ofrece es una paradoja. Entonces Kierkegaard se angustia pensando en el goce.

Mónica Torres: -Sí, una pregunta, ¡muy bien!.

Pregunta: [….] Nietzsche con Dios ha muerto, nosotros lo hemos matado, de la analogía que está haciendo… la parte del asesinato no se culmina en Abraham y en Nietzsche sí se culmina, es posible que nosotros lo hayamos podido matar […]

Mónica Torres: Uno no podría tomar esa frase de Nietzsche, agregándole nosotros lo hemos matado, podría tomarlo como el padre de Tótem y tabú, hasta ahí todos estamos de acuerdo, todos lo hemos matado y como lo hemos matado hay la obediencia retrospectiva, es el universal del padre, se obedece al padre, es asesinado porque gozaba de todas las mujeres, es el mito de Tótem y tabú. Y entonces luego se obedece al padre muerto. Pero Nietzsche no dice eso, porque Nietzsche no obedece al padre muerto. Para Nietzsche ese Dios ha muerto significa que reina el goce. Hay que tener el cuidado de no ver en Nietzsche otra lectura de Tótem y tabú con su Dios ha muerto. Es cierto que hay una paradoja en el pensamiento de Nietzsche ¿por qué hay una paradoja? Porque si Dios ha muerto todo está permitido, y en realidad es al revés, si Dios ha muerto nada está permitido, porque ya no se sabe que está permitido y que no está permitido; todo el goce es posible, pero ese pensamiento habla de la muerte de Dios de modo contrario a como se habla del asesinato del padre en Tótem y tabú. Pero en el asesinato de Tótem y tabú, los hermanos cuando se juntan para matar al padre que gozaba de todas las mujeres -que es uno de los mitos sobre padre- después, van a obedecer retrospectivamente. En ese sentido existirá el «para todos» en las fórmulas proposicionales de Lacan, el para todos se escribe así : .»x Fx, ¿qué quiere decir esto?, que para todo hombre se cumple la función fálica, sin embargo, $x Fx, existe uno para quien no se cumple la función fálica, esto quiere decir existe uno que no, puede ser el padre de Tótem y tabú; pero al ser asesinado pasa a ser un «para todos» que va a obedecer al padre muerto. Nietzsche no dice eso, y Kierkegaard tampoco. Uno podría pensar que vamos a obedecer a ese padre muerto en el pensamiento de Hegel y en Kant, pero no en Kierkegaard ni en Nietzsche.

Tendría que desarrollar mucho más para poder explicar esto, pero con que tengan una intuición de lo que estoy intentado transmitir, quiero que quede claro que ese Dios ha muerto, no es el padre de Tótem y Tabú. Debido a que la consecuencia para Nietzsche es un reinado del goce, no es un sometimiento a la ley del padre, como sí lo es el asesinato de Tótem y Tabú. Aquí nos estamos ocupando del goce de Dios, y del goce del padre, y no de hacer un mito sobre la pérdida de goce como es el mito de Edipo o como lo es el de Tótem y Tabú. Edipo, ¿cómo termina? Cegándose, representando la castración misma, porque el súmmum de la castración, es precisamente la pérdida de los ojos; ya que la mirada es el mejor objeto para representarlo, no se mata Edipo, sino que se castra, se quita los ojos.

Entonces ¿cuál es la angustia de Kierkegaard? No puede entender por qué Abraham no se angustia. Hay toda una cuestión que está muy bien planteada en dos cuadros de Caravaggio, que están en este libro De los nombres del padre. Abraham va al lugar del sacrificio de Issac, muy contento, alegremente con el cuchillo en la mano, casi apurado; llega antes de tiempo. Issac era su hijo favorito, había sido concebido por Sarah que era estéril, casi tenía 90 años y Dios le concede la gracia de tener ese hijo; era su hijo verdadero, su hijo más amado. Y Dios le pide el sacrificio de ese hijo para demostrar que más que al hijo, quiere a Dios. Iba decidido a la cima, y en el momento que está por matarlo aparece un Ángel, está muy claro en el cuadro de Caravaggio, que lo detiene, y lo que queda como resto de ese no sacrificio del hijo es la circuncisión. Abraham le dice: permíteme al menos cortarle un poquito de carne… Se entiende la angustia de Kierkegaard frente al acto de Abraham. Después va a quedar en la religión judía esa marca en la carne, perdura hasta hoy.

No es que Lacan esté en contra de la circuncisión, al contrario, está a favor en el sentido que se inscriban en la carne las generaciones por la vía paterna. Issac en el cuadro de Caravaggio está con un rostro de dolor y lo que ya no se puede borrar es que el padre estaba dispuesto a matar al hijo. Es lo que Kierkegaard encuentra una y otra vez. Abraham no se angustiaba, casi hay que frenarlo, quien lo frena es un Ángel, que es otra versión de Dios. En el judaísmo es otra versión de Dios, un dios del deseo, que le permite no matarlo a condición de dejar una marca en la carne. Hay una marca de goce, pero permite que siga viviendo el hijo.

Pregunta: Esta marca del goce es más una marca del goce del padre…

Mónica Torres: Y es por esto que Lacan no está contra la circuncisión, porque la psicología se pone en contra de la circuncisión, en el sentido de que es algo doloroso. Pero si de lo que se trata es de reproducir una marca que inscribe una genealogía paterna, entonces hay que discutir seriamente por qué no habría que hacer la circuncisión.

Pregunta: ¿Es como el apellido?

Mónica Torres: Pero del apellido marcado en la carne, eso es lo que no está en la religión cristiana, porque el bautismo no tiene esas características, es mucho más metafórico. Ustedes saben, la religión católica, a cada santo una vela, no es tan estricta como la religión judía, eso ha hecho que triunfe. La religión que ha triunfado es la católica, no es la judía. Esto lo escribe también Lacan, tiene un artículo sobre el triunfo de la religión católica. Pero para explicar el goce del padre tuvo que dirigirse a la religión judía.

Creo que ahora podemos entender qué quiero decir cuando pasamos del mito a la estructura, una cosa es el mito sobre el padre y otra cosa es la estructura. Entonces, los cuatro discursos lo que hacen es estructurar, de algún modo, el goce del padre. Es una estructura porque el objeto a, que no puede entrar en la lógica del significante, sí puede entrar en la lógica de los discursos, porque ya no vamos a estar en el lenguaje sino en la lengua y la lengua permite el goce, no así el lenguaje, esa es la diferencia.

Les digo entonces que, en el capítulo del mito a la estructura del Seminario 17 es uno de los pocos lugares donde Lacan hace referencia a Nietzsche, cuando hace una conexión entre la muerte del Padre y la muerte de Dios. Dice así: «la muerte del padre en tanto se hace eco de un enunciado que tiene un centro de gravedad nietzscheano», eso es todo lo que dice, o sea, ¡hay que encontrarlo! Esa es la referencia a Nietzsche, lo dice como al pasar. No hay Dios y no hay el padre.

Kierkegaard y Nietzsche son dos filósofos angustiados por la muerte de Dios y por el goce del padre, y es aquí donde Lacan toma una frase de Los hermanos Karamásov de Dostoiewsky donde dice que si Dios ha muerto todo está permitido, porque ustedes saben que también los hermanos Karamásov matan al padre. Entonces es al revés, si Dios ha muerto nada está permitido, ya que es la condición para que un goce esté permitido, para que circule el goce con otras mujeres, es preciso que esté prohibido el goce con la madre. Pero el asesinato del padre, lo que hace es impedir el goce de la madre como también en el mito de Edipo, la circulación de gozar de las mujeres.

Aunque no está clara la cuestión del goce del padre, no está claro, porque incluso no está claro en Edipo, porque Edipo es el único, el primero que mata al padre y el que no sabía. Todos los demás a partir de ahí, los neuróticos, saben. Edipo no sabía que estaba matando al padre y que se estaba acostando con su madre, a partir de ahí todo héroe, todo neurótico, sabe. Hamlet se diferencia de Edipo en que sabe. Hamlet tiene toda la preocupación por la muerte del padre, por el goce de la madre. Ese es otro mito sobre el goce de la madre, porque el padre es asesinado por el amante de la madre, y Hamlet se debate como un neurótico, podríamos decir, pero Edipo no. Porque Edipo no es un neurótico, es el que funda, es el que no sabe.

Pregunta: No podríamos decir que sí se debate cuando huye de su ciudad natal, porque le dicen que va a matar a sus padres, y eso es lo que provoca…

Mónica Torres: Hay una predicción, pero él no sabe que es el padre. La interpretación de Lacan es que Edipo no sabía y que en realidad, él va a Tebas y lo que hace es descifrar el Oráculo de la Esfinge. Edipo cree en el destino, de hecho mata al padre, pero él quiere huir de ese destino, tal como su verdadero padre quiso huir del destino. Para los griegos, el destino se cumple y entonces se va a cumplir que Edipo mata a su padre, pero cuando lo mata no sabe que es el padre y cuando está en el pueblo de Tebas, y descifró el Oráculo de la Esfinge, que en el pueblo de Tebas no podían descifrar, esta Esfinge con forma de mujer, se tragaba a lo ciudadanos que no respondían. Como Edipo lo descifra, el pueblo de Tebas le ofrece casarse con la viuda, que se case con Yocasta, y se casa sin saber que se está casando con la madre; es alguien que no sabe. Todo neurótico a partir de ahí sabe, saber con el saber no sabido del inconsciente, no en el sentido del saber sabido, por supuesto. Sabe en el sentido de la represión, como lo dice Freud en el hombre de los lobos, por ejemplo.

Pregunta: ¿de qué goza el padre?

Mónica Torres: No queda muy claro, son todos mitos del goce del padre, porque nadie sabe verdaderamente de qué se trata el goce del padre. Porque si hubiera un Dios, entonces sabríamos. Y porque no hay un para todos, es uno por uno que tendrá que enfrentarse con esa marca de goce del padre, que será su sinthoma. Por eso cada uno inventa su sinthoma, e inventa quién ha sido su padre para él. Por eso la función principal del analista es representar ese vacío, nunca ofrecerse al lugar del Otro, que es el lugar del padre, esa cuestión fue el error de Freud en casi todos sus tratamientos. Freud se ponía en el lugar del padre, con Dora, con el hombre de los lobos. No está claro en el hombre de las ratas y aun así, Lacan critica que no fue muy trabajada la idea de la muerte en el hombre de las ratas, y que por eso se murió en la guerra.

Últimamente, quien ha trabajado más la cuestión del padre es Éric Laurent, tiene un artículo sobre Lacan y los discursos donde dice: este mito de un padre gozador de todas las mujeres sobrevive en la religión, si la histeria lo inventó o participó en su mantenimiento es porque el sujeto histérico quiere un amo, quiere un amo para operar, para incidir, para alojar en él su síntoma, se puede decir, el padre, mito histérico. Como Lacan pudo decir que Don Juan es un mito femenino, porque sería aquel que puede gozar de todas las mujeres y que por ende puede hacer existir a las mujeres como un todo. Don Juan iría al mismo lugar que el padre, en tanto aquel que puede gozar de todas las mujeres. Ese es un mito femenino, tanto el padre como Don Juan son creaciones de la histérica con Freud. Lacan, por otra parte, en la última clase del Seminario 17 se dirige a los estudiantes del 68 (ustedes recuerdan, fue muy polémico) y les dice: ustedes son los ilotas del régimen, los esclavos del amo, le hacen el juego al amo; es como decirles, ustedes creen en Dios, ustedes sostienen al amo, el régimen se divierte con ustedes.

Así como dice en Televisión que los «psicoalgos» se cargan sobre sus hombres la miseria del mundo, y que un psicoanalista jamás debe cargarse a sus hombros la miseria del mundo. De la misma manera, está diciendo acá a los estudiantes, ustedes le hacen el juego al amo, cargan con la miseria del mundo y el régimen los mira. Dice textualmente Lacan: mirádlos cómo gozan. Entonces los miran gozar, a quien le podía preocupar la huelga de los estudiantes, qué efectos podía tener una huelga de estudiantes sobre el gobierno. Se cerró la cinemateca… Fuí hace poco a conocerla, esto está muy bien contado en la película de Los soñadores, de Bertolucci, que les recomiendo. Digamos, que en ese mirádlos cómo gozan, de alguna manera, es que el goce capitalista, goza que los estudiantes hagan huelga, le viene bien, porque deposita la protesta ahí, y no molesta a nadie. El régimen los exhibe; pero claro ¡cómo iban a entender los estudiantes esto a Lacan!

Pensemos que las dos cosas que han ido contra la religión son el goce capitalista y la ciencia, entonces se han producido nuevos objetos que ya no pueden ser nombrados por ningún Dios, son los gadgets, que no son nombrados por Dios, pertenecen al discurso capitalista. Lo mismo el avance de la ciencia. Tanto la ciencia como el capitalismo, suplantaron la religión. Había una religión en la cuestión del padre en Freud, más allá que lo diga o no lo diga, es una creencia absoluta a en el padre, porque hay padre, hay universal. Pero el capitalismo y la ciencia van a decirnos que no es así. Éric Laurent tiene un precioso artículo, que se llama «Despertar del sueño del padre», publicado en Enlaces número 7, dice: en el régimen de la civilización del Otro que no existe, el neurótico centra su trastorno en sus relaciones con el padre y como dice Freud, el padre es la invención que el neurótico ha dado a la humanidad, él fue quien estableció los trastornos y la fijación de esa función. Y por eso escribió el artículo de Despertar del sueño del padre; porque vivimos en una época que hay que despertar delsueñodel padre. Tiene algo que ver con el sueño del padre ¿no ves que ardo? Todos estamos inmersos en una civilización que los padres no ven, lo que les hablaba de los padres comprensivos, tanto entienden al hijo que no ven de qué arde, no ven el goce del hijo. Esto está renegado, desmentido por la psicología que pretende igual al padre y a la madre y que todos estén a merced del niño amo, su majestad the baby, lo cual no es muy bueno para el niño.

Las dos últimas definiciones del padre en Lacan: una, que ya no define al padre en relación a la madre, sino en relación a una mujer, cuando dice el padre es aquel que puede hacer de una mujer el objeto a causa de su deseo. Aquí estamos en un problema con las uniones del mismo sexo, porque ¿qué quiere decir una mujer? Es complicada. Hay otra: el padre sinthoma. Si pensamos al padre como síntoma, ahí es posible. Toda la enseñanza de Lacan se desplaza del Nombre del Padre a la pluralización de los nombres del padre, y el último paso, no pude hablar del modelo y la excepción, lo voy a decir brevemente. Cada padre realiza el modelo de la excepción paterna de un modo excepcional, es decir, único y singular. Cada hijo tendrá que hacerse cargo de cómo este padre es existente, no es universal. Ese existente que fue su padre pudo realizar la función siendo una excepción al para todos; no la excepción que funda el para todos, la excepción que objeta el para todos. No es lo mismo la excepción de Tótem y tabú que funda el para todos, que la excepción que en tanto uno, en singular, realiza el modelo.

Versiones del padreEl último Lacan está en la lógica de la singularidad del padre; o sea, en la primacía del existente sobre la primacía del universal. Entonces ya no se trata del modelo que valdría para todos, sino cómo cada uno hace excepción al modelo, o cómo cada uno vive esa función paterna y qué hace con eso cada hijo. Nos quedaría para ver, esta contingencia del padre que hace modelo de la excepción, en vez de modelo del universal, si nos puede servir para pensar las uniones del mismo sexo. Ya no se necesita del padre de la realidad. Se trata de un existente que hace excepción, digamos, al modelo ¿por qué hace excepción al modelo? Hace excepción al para todos, realiza de un modo contingente y singular el modelo.

Entonces creo que con lo que he tenido que condensar brevemente en esta conferencia, hemos visto el nombre del padre en singular referido a la operación del lenguaje sobre la clínica freudiana que hace Lacan. Un segundo momento, la pluralización de los nombres del padre, donde ya aparece el goce del padre y no el Deseo de la Madre; ya no el Nombre del Padre como puro significante para barrar el Deseo de la Madre, sino el goce del padre; eso nos conduce de los mitos, – Tótem y Tabú, Edipo y Moisés y el monoteísmo- a la estructura; a pensar la estructura de los cuatro discursos. Del mito a la estructura. Y por último, fuimos del modelo a la excepción.

Pregunta: inaudible

Mónica Torres: Como tengo poco tiempo, voy a tratar de ser lo más didáctica posible. Freud escribe dos artículos sobre las condiciones de la vida erótica en el hombre, de las condiciones de goce o condiciones de amor porque en Freud es la misma palabra. Hay uno, que se llama Sobre la degradación más generalizada de la vida erótica, eso es el universal, está claro. Hay otro que se llama Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre, es particular, no singular. Freud no llegó al singular. Freud llegó al particular y coloca dos particulares: a la prostituta o a la mujer casada, o sea, que la particularidad no está en ese u otro hombre, sino en la elección particular, elige una. No es que quiera una o la otra, una que es la madre de sus hijos y otra con la que goza, como es el caso de la degradación de la vida erótica; se trata de alguien que hizo una elección particular. Freud la particulariza muy bien, no dice que es singular, no dice que cada uno hace esa elección, de modo contingente. Dice que se elige a la mujer casada o a la prostituta en tanto búsqueda del tercero perjudicado, hay una explicación: eso es el particular. El mejor ejemplo de particular, para mí, para dártelo brevemente, es ese texto de Freud Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre. Freud no llega al singular, es Lacan quien arriba al singular.

Por ejemplo, la objeción Aristóteles, «Todos los hombres son mortales, Sócrates es un hombre, Sócrates es mortal». Pero ahí se perdió la singularidad, porque Sócrates no murió porque era un hombre, murió puesto que lo mataron, ya que tocó las leyes de la ciudad. No murió por ser hombre, y todos los hombres mueren. Murió asesinado, y cada uno muere de un modo singular. No sé si esto te ayuda a diferenciar el particular del singular.

Piensen que estoy poniendo de un lado, la función el padre muerto como necesidad del para todos; y del otro, el existente, el padre vivo y la contingencia. La última enseñanza de Lacan habla del existente, del padre vivo y de la contingencia a partir de RSI.

Fecha: 15/06/2012
Modalidad: Presencial
Lugar: Facultad de Psicología  UNAM

IV JORNADAS DE LA NEL-cf CDMX:
PRESENCIAS DEL ANALISTA TEXTO DE ORIENTACIÓN
EJE: Presencias… en la ciudad y la época

Un despertar

¿Cuál podría ser la incidencia política un poco más allá de esta presentación negativa?

Tal vez cierto efecto de despertar. Un despertar respecto de aquello de lo que en

definitiva se trata en los ideales sociales: del goce y de la distribución del plus-de-gozar.

 (Jacques-Alain Miler)

Desde hace tiempo los analistas hemos afrontado el desafío ético de hacer a un lado la rutina del consultorio y asumir una presencia en los dispositivos comprometidos con la salud mental en nuestras ciudades, así como en los debates públicos con el Otro social. En este aspecto, no cabe desconocer que, más allá de la vigencia del discurso del analista y sus consecuencias prácticas, en una perspectiva más amplia, se trata del consentimiento a la convocatoria de Lacan de alcanzar “una incidencia política donde el psicoanalista tendría su lugar si fuese capaz de ello”[1]. Por supuesto, para estar a la altura de la época, ello exige al deseo del analista el miramiento por los síntomas de la actualidad, los impases en lo social, y el aggiornamiento permanente respecto de los discursos emergentes que se imponen al compás de cada tiempo.

Ahora bien, ¿De qué presencia se trata?, ¿Cómo pensar esa presencia?

Más allá del analista causa del trabajo del sujeto supuesto saber, correspondiente a la dimensión transferencial del inconsciente, encontramos una clara orientación en el Capítulo X del Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Allí Lacan nos advierte sobre la presencia del analista, primordialmente, como una manifestación del inconsciente. Y es sólo desde ahí como tiene lugar su presencia real, más allá del par imaginario del a-a´, desidealizando, a su vez, la figura y la persona del analista, para reducir su función a la de un resto, “un resto fecundo” –en tanto una presencia muy particular que se pone en juego solamente en el arte de escuchar del analista. “El arte de escuchar casi equivale al del bien decir”[2].

Como vemos, ello no será ciertamente exclusivo de la experiencia analítica. Esta función estará activa en todos los vínculos donde se trata de la relación del sujeto con el saber y el goce. “Se trata en estos vínculos siempre de una relación transferencial encarnada en la persona que se supone agente de la acción, pero esa atribución de saber a la persona deja en realidad encubierta la relación del sujeto con el saber de su propio inconsciente, verdadero agente del vínculo”[3]. En la medida en que el analista con su acto recuerde la banalidad del sentido de las palabras, opere como el dedo elevado de San Juan tal como Lacan evoca en “La dirección de la cura”, señalando cómo somos hablados, que la referencia del lenguaje no existe, hará presente la perspectiva de lo real más allá de la realidad.

En este sentido, la ironía sirve muy bien a la posición del analista a la hora de perturbar los ideales sociales y revelar su naturaleza de semblantes respecto a un real que sería del goce. “Está más bien, como Sócrates, para hacer temblar, para hacer vacilar los ideales, a veces simplemente poniéndolos entre comillas, quebrando un poco los significantes-amo de la ciudad”[4]. Sin embargo, por otro lado, Lacan nos enseñó que los ideales son semblantes, arbitrarios, pero que esos semblantes son necesarios. La sociedad se sostiene gracias a sus semblantes, no hay sociedad sin identificaciones. Entonces si, por un lado, es cierto, el padre es un semblante, y, sí, se puede prescindir de él … sin embargo, no hay que olvidar que ¡a condición de saberlo utilizar!

Pensar la presencia del analista como la provocación de un despertar implica, necesariamente, sostener un deseo vivo. Seis años antes de su Seminario 11, en el texto La dirección de la cura y los principios de su poder, paradójicamente, Lacan dará al analista el lugar del muerto, dejando el yo a un lado para que pueda surgir el lugar del Otro para el sujeto, el inconsciente, su verdadera pareja, en el registro de lo simbólico. Es el lugar de la causa de la división del sujeto que Lacan formalizará más adelante con la función del objeto a, presencia irreductible.

Para finalizar, cabe mencionar el concepto de “acción lacaniana” que Jacques-Alain Miller ha propuesto para nombrar en el seno de la Asociación Mundial de Psicoanálisis la política de incidencia en los ámbitos políticos y sociales como el correlato del acto analítico en la sociedad. Si Lacan ha formulado que «No hay clínica del sujeto sin clínica de la civilización» es porque la topología del inconsciente lacaniano –allí donde el analista manifiesta su presencia- resulta, entre un afuera y un adentro, de una extimidad irreductible. ¿Cómo el deseo del analista pudiera, entonces, prescindir de la ciudad y la época?

 

[1] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.

[2] Lacan, J., El Seminario Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Editorial Paidós, p. 129.

[3] Bassols, M., Presencia del analista, Cuadernos del INES Nro 14, Editorial Grama, p. 99.

[4] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.