MANÍA Y MELANCOLÍA
Primer semestre

Coordina: Viviana Berger
Colaboran: Marcela Almanza – Edna Gómez Murillo

La clínica psicoanalítica debe consistir no sólo en interrogar al análisis, sino en interrogar a los analistas, de modo tal que éstos hagan saber lo que su práctica tiene de azarosa, y que justifique a Freud el haber existido.”
(Apertura de la sección clínica – Jacques Lacan)

Presentación

Este Seminario desarrolla un vector de pesquisa sobre la clínica y la práctica con la psicosis sostenido fundamentalmente a partir de las enseñanzas que se recogen de las presentaciones de enfermos de Lacan y las que se llevan adelante a lo largo de este programa en la Ciudad de México.

En este ciclo 2020 nos focalizaremos en el estudio de la manía y la melancolía. Se leerán textos teóricos desde los cuales iluminaremos conceptualmente algunos puntos de la investigación suscitados a partir de las enseñanzas de los pacientes entrevistados. A su vez, contaremos con dos conferencias magistrales de colegas internacionales invitados a desarrollar algunas aristas en relación a este eje de investigación.

El seminario incluye también un vector sobre las Elaboraciones de la clínica en el que algunos participantes presentarán casos de su práctica que serán discutidos y conversados en el seno del seminario con el afán de esclarecer las soluciones singulares que cada sujeto esboza en relación a su goce y las respuestas del analista caso por caso.

Partiremos de la siguiente cita de Jacques-Alain Miller en La erótica del tiempo: “La manía en sentido psiquiátrico está marcada por la precipitación. Como si el sujeto viviese un presente demasiado estrecho con relación a aquello que él tiene para decir; mientras que el melancólico vive un presente demasiado largo. Podemos decir que el melancólico en sentido estricto está marcado por el predominio de un tiempo que retroactúa. De cualquier manera, en la melancolía este vector que retroactúa está prácticamente en estado puro. El sujeto melancólico no vive el mismo tiempo que los demás; para él el tiempo va del futuro al pasado. Esto es lo que da al melancólico ese sentimiento especial de detención del tiempo. Todo es vivido como si estuviera en el pasado, como si él mismo fuese en cierto modo ya pasado. […] Al contrario, la manía está marcada por el predominio del tiempo que progresa por una aceleración en dirección al futuro. Así, si el melancólico tiene una tendencia a vivir en el pasado, el maníaco vive en un futuro veloz, un futuro en cierta manera instantánea. El melancólico hace la experiencia de sí mismo como desecho absoluto; el maníaco, al contrario, se vive a sí mismo como un agalma delirante. […] Nuestra pequeña máquina temporal -nuestra máquina lacaniana de aprehender la erótica del tiempo- permite situar con claridad la oposición entre el maníaco y el melancólico, así como, en otro nivel, la oposición entre la histeria y la obsesión en la neurosis”. [1]

Nueva Programación

Elaboraciones de la clínica
Marcela Almanza
08/05/2020

Enseñanzas de las entrevistas clínicas
Viviana Berger y Marcela Almanza
25/05/2020

Elaboraciones de la clínica
Marcela Almanza
15/06/2020

Enseñanzas Teóricas
Edna Gómez Murillo, Viviana Berger y Marcela Almanza
22/06/2020

«De la pasión de la tristeza a la certeza melancólica»,  Videoconferencia Magistral a cargo de Lizbeth Ahumada (NEL-Bogotá)
Modera Edna Gómez Murillo
29/06/2020

Enseñanzas de las entrevistas clínicas
Marcela Almanza y Viviana Berger
06/07/2020

Elaboraciones de la clínica
Marcela Almanza
20/07/2020

Enseñanzas teóricas
Edna Gómez Murillo, Marcela Almanza y Viviana Berger
27/07/2020

Videoconferencia Magistral Seminario de Investigación en Psicosis ciclo 2020:
MANÍA Y MELANCOLÍA

"De la pasión de la tristeza a la certeza melancólica"
Lizbeth Ahumada (NEL-Bogotá)
Coordina: Edna Gómez Murillo
29/06/2020
19:30 Hrs

IV JORNADAS DE LA NEL-cf CDMX:
PRESENCIAS DEL ANALISTA TEXTO DE ORIENTACIÓN
EJE: Presencias… en la ciudad y la época

Un despertar

¿Cuál podría ser la incidencia política un poco más allá de esta presentación negativa?

Tal vez cierto efecto de despertar. Un despertar respecto de aquello de lo que en

definitiva se trata en los ideales sociales: del goce y de la distribución del plus-de-gozar.

 (Jacques-Alain Miler)

Desde hace tiempo los analistas hemos afrontado el desafío ético de hacer a un lado la rutina del consultorio y asumir una presencia en los dispositivos comprometidos con la salud mental en nuestras ciudades, así como en los debates públicos con el Otro social. En este aspecto, no cabe desconocer que, más allá de la vigencia del discurso del analista y sus consecuencias prácticas, en una perspectiva más amplia, se trata del consentimiento a la convocatoria de Lacan de alcanzar “una incidencia política donde el psicoanalista tendría su lugar si fuese capaz de ello”[1]. Por supuesto, para estar a la altura de la época, ello exige al deseo del analista el miramiento por los síntomas de la actualidad, los impases en lo social, y el aggiornamiento permanente respecto de los discursos emergentes que se imponen al compás de cada tiempo.

Ahora bien, ¿De qué presencia se trata?, ¿Cómo pensar esa presencia?

Más allá del analista causa del trabajo del sujeto supuesto saber, correspondiente a la dimensión transferencial del inconsciente, encontramos una clara orientación en el Capítulo X del Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Allí Lacan nos advierte sobre la presencia del analista, primordialmente, como una manifestación del inconsciente. Y es sólo desde ahí como tiene lugar su presencia real, más allá del par imaginario del a-a´, desidealizando, a su vez, la figura y la persona del analista, para reducir su función a la de un resto, “un resto fecundo” –en tanto una presencia muy particular que se pone en juego solamente en el arte de escuchar del analista. “El arte de escuchar casi equivale al del bien decir”[2].

Como vemos, ello no será ciertamente exclusivo de la experiencia analítica. Esta función estará activa en todos los vínculos donde se trata de la relación del sujeto con el saber y el goce. “Se trata en estos vínculos siempre de una relación transferencial encarnada en la persona que se supone agente de la acción, pero esa atribución de saber a la persona deja en realidad encubierta la relación del sujeto con el saber de su propio inconsciente, verdadero agente del vínculo”[3]. En la medida en que el analista con su acto recuerde la banalidad del sentido de las palabras, opere como el dedo elevado de San Juan tal como Lacan evoca en “La dirección de la cura”, señalando cómo somos hablados, que la referencia del lenguaje no existe, hará presente la perspectiva de lo real más allá de la realidad.

En este sentido, la ironía sirve muy bien a la posición del analista a la hora de perturbar los ideales sociales y revelar su naturaleza de semblantes respecto a un real que sería del goce. “Está más bien, como Sócrates, para hacer temblar, para hacer vacilar los ideales, a veces simplemente poniéndolos entre comillas, quebrando un poco los significantes-amo de la ciudad”[4]. Sin embargo, por otro lado, Lacan nos enseñó que los ideales son semblantes, arbitrarios, pero que esos semblantes son necesarios. La sociedad se sostiene gracias a sus semblantes, no hay sociedad sin identificaciones. Entonces si, por un lado, es cierto, el padre es un semblante, y, sí, se puede prescindir de él … sin embargo, no hay que olvidar que ¡a condición de saberlo utilizar!

Pensar la presencia del analista como la provocación de un despertar implica, necesariamente, sostener un deseo vivo. Seis años antes de su Seminario 11, en el texto La dirección de la cura y los principios de su poder, paradójicamente, Lacan dará al analista el lugar del muerto, dejando el yo a un lado para que pueda surgir el lugar del Otro para el sujeto, el inconsciente, su verdadera pareja, en el registro de lo simbólico. Es el lugar de la causa de la división del sujeto que Lacan formalizará más adelante con la función del objeto a, presencia irreductible.

Para finalizar, cabe mencionar el concepto de “acción lacaniana” que Jacques-Alain Miller ha propuesto para nombrar en el seno de la Asociación Mundial de Psicoanálisis la política de incidencia en los ámbitos políticos y sociales como el correlato del acto analítico en la sociedad. Si Lacan ha formulado que «No hay clínica del sujeto sin clínica de la civilización» es porque la topología del inconsciente lacaniano –allí donde el analista manifiesta su presencia- resulta, entre un afuera y un adentro, de una extimidad irreductible. ¿Cómo el deseo del analista pudiera, entonces, prescindir de la ciudad y la época?

 

[1] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.

[2] Lacan, J., El Seminario Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Editorial Paidós, p. 129.

[3] Bassols, M., Presencia del analista, Cuadernos del INES Nro 14, Editorial Grama, p. 99.

[4] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.