VII Asamblea General Ordinaria – 2da Permutación de Directorios

Despedida y bienvenida
Discurso de la Directora saliente, Ana Viganó
Ciudad de México, 15/08/2020

Queridos colegas,

Hemos llegado a una nueva parada del camino, un tramo que hoy termina para continuar en la misma dirección aunque de otra manera, recalculando la ruta para llegar cada vez mejor a ese destino que no es ningún lugar sino un deseo, el que cada uno de nosotros tiene puesto en lo que llamamos Hacer Escuela. Porque queremos que el psicoanálisis siga vivo en nuestra civilización. Porque hemos experimentado -aun en el momento en que cada uno de nosotros esté en ese recorrido- lo que un psicoanálisis puede provocar en los sujetos que consentimos a su experiencia y que, si me permiten, en una definición absolutamente personal y simplificada, depurada incluso de la jerga, nombro hoy como la posibilidad de una mayor dignidad para la vida humana. Porque para que esa experiencia cuya travesía nosotros mismos nos aventuramos a realizar exista, se necesita de psicoanalistas formados que puedan conducirla. Y eso necesita de ciertas sutilezas que no se producen en ningún otro lugar, y para lo cual Lacan mismo se vio llevado a inventar un concepto que fuera afín al discurso sostiene tal experiencia: el discurso analítico. Por eso la Escuela que una y otra vez hacemos existir por el deseo decidido, que no es otra cosa que un deseo que asume las consecuencias de hacerse acto, sin vuelta atrás.

La escansión de esta Asamblea llega en un momento histórico muy particular que reuniré en dos vectores fundamentales, ambos ineludibles. El primero de alcance global, aunque con tratamientos políticos particulares, lo representa la pandemia que viene golpeando al mundo y que nos coloca a todos nosotros en una posición muy sensible, viviendo circunstancias inéditas. Circunstancias que ponen en juego (entre tantas cuestiones que podría decir sobre el tema elijo decir esta) la necesidad de tomar decisiones colectivas de cuidado solidario. La trama de lo subjetivo, lo individual y lo colectivo en estas circunstancias abre una perspectiva de novedades que como psicoanalistas nos interesa sobremanera escuchar y acompañar en sus posibles consecuencias, atentos al horizonte que implica la pretensión de estar a la altura del sufrimiento de la época. La “nueva normalidad” se llama a lo que se supone va viniendo, sin que sepamos muy bien si llegará ni como será. Pero si de “normalidades” se trata, nuevas o viejas, nuestras orejas se levantan y nuestra acción se dispone al salto del león.

El período de gestión que hoy concluye comenzó hace 3 años con un evento que sacudió, literalmente, nuestro suelo citadino. La destrucción, los escombros, la urgencia, la muerte, la vida, la solidaridad, los temores y angustias, se dieron cita entre nosotros de manera abrupta, en un tiempo que marcó un hito histórico en la ciudad y en nuestra sede. Algunas perplejidades, los fantasmas y los síntomas jugaron sus respuestas y la imagen más paradigmática quedó grabada en la memora de la ciudad como un puño levantado pidiendo el silencio más absoluto que permitiera escuchar latidos de vida.

El puño levantado, la decisión colectiva, los latidos de la vida, las respuestas de cada uno.

Entre el puño y la mano que se abre se despliega una vida” [1] dice un poeta. El puño levantado y la mano abierta, las decisiones colectivas y los latidos de la vida toman otras formas hoy, muchas de ellas contradictorias, complejas, dolorosas, a veces violentas, otras altruistas. Lo humano en sus múltiples declinaciones. Es aquí y ahora donde el psicoanálisis jugará una nueva partida, con el sufrimiento humano renovado por las consecuencias aún imprevisibles de la mutación de un virus que con su novedad sacudió al planeta.

El segundo vector es también “movidito”, tomando un significante que usé en alguna asamblea anterior. Se trata de las novedades que vendrán de la mano de la inscripción jurídica y legal de la NEL, ocasión que posibilitó un enorme y fecundo trabajo de revisión de la Escuela que queremos con la Escuela que tenemos, para poner a la NEL también aquí y ahora a pensarse a sí misma en una escansión histórica, de la que veremos muy prontos sus efectos.

Lo vivo en el mundo. Lo vivo del psicoanálisis. Lo vivo de la Escuela.

Las vicisitudes humanas de lo vivo toman el centro de nuestra escena actual, en el mundo y en nuestra Escuela de maneras convergentes en un tiempo histórico de maneras múltiples.

En este contexto se produce nuestra permutación del directorio.

Diré entonces que la permutación es ante todo una apuesta por el futuro. Por el futuro que incluye el flujo de la vida que siempre es de cambio, sin olvidar que ese fluir está marcado por boyas subjetivas y es atraído por la gravedad de las diversas plomadas irreductibles de lo que no cambia para cada uno. Lo que cambia y lo que no. ¿Cómo, por qué, para qué?

Más que nunca en estos tiempos tan movidos debemos estar atentos a algunos riesgos que el psicoanálisis bordea, algunas derivas en las que puede deslizarse. Quiero aprovechar este momento para destacar dos:

Jacques-Alain Miller nombraba “semblante del psicoanálisis” [2] a una de estas derivas atento que “el psicoanálisis ha producido, ha nutrido, ha animado a su propio semblante y a partir de ahí este se ha desarrollado, ha transitado y vampirizado a aquel”. Sabemos el esfuerzo que estamos haciendo por pensar en los desafíos del psicoanálisis en el momento actual y vemos la fulgurante actualidad que tiene pensar la dimensión de esta deriva. La de reconsiderar una y otra vez qué es lo que hace que el psicoanálisis sea psicoanálisis y no un semblante de sí mismo.

La otra que quisiera señalar tiene que ver con un deslizamiento para la Escuela, mal-pensada como refugio ante el malestar. Cuando la noción de refugio pierde su brújula se corre el riesgo de convertirlo en una huida, un escondite, una especie de lo que llamaré, tomando una referencia de Judith Miller quien leyendo el texto de Lacan La cosa freudiana, ubicaba como la autosegregación [3] del psicoanálisis. La esterilización de la doctrina en un rizo cerrado.

Pero es en el psicoanálisis mismo donde encontramos la orientación. Es en el psicoanálisis mismo donde arribamos uno por uno al resorte secreto de ese “semblante” que él mismo ha producido, y es en el psicoanálisis mismo que se encuentra lo que con Eric Laurent podemos llamar identificaciones desegregativas que permiten tanto a cada uno de nosotros como al psicoanálisis mismo, hacer lazo desde lo más íntimo que sabemos siempre éxtimo, dentro y fuera de la Escuela.

El esfuerzo de nuestra Orientación, y así hemos intentado conducir nuestra gestión estos 3 años, es entonces un esfuerzo topológico entre la intensión y la extensión, pensando la articulación e inserción de la Escuela del pase y el psicoanálisis que ella sostiene, en la ciudad, en los discursos que habitan, en la época, en la sociedad, en la política. Múltiples vueltas, tejidos, bordes, vecindades, redes, nudos, que tienen en común la transmisión de la necesidad ineludible del caso por caso, de recuperar la subjetividad única e irrepetible en cualquier tratamiento posible que se pretenda, del malestar que produce la cultura en cada momento histórico: lugar y tiempo.

El día de hoy me despido de la función que asumí durante los últimos 3 años y paso la posta a mi querida colega Carolina. Lo hago como no podía ser de otra forma, a mi manera.

Con agradecimientos, muchos y sentidos.

A Jacques-Alain Miller que desde el inicio ha ofrecido su asesoramiento sostenido, su orientación invaluable y su tiempo a cada paso de las decisiones que tomamos para conducir este tramo del camino. Y porque ha aceptado continuar orientando el recorrido, con la nueva dirección, en la forma que se inventen para hacerlo. Vaya así también un enorme  y alegre agradecimiento anticipado.

Al Comité Ejecutivo de la NEL pero especialmente a Marcela Almanza, su Presidenta, quien siempre estuvo dispuesta a acompañarnos desde su función, pero que nos ha acompañado incesantemente desde adentro, también, en cada actividad y movimiento de la sede con su fundamental presencia activa.

A las Consejeras de este período Viviana Berger e Irene Sandner por encarnar y vivificar la función del consejero de una manera enriquecedora y por permitirme articular cada vez más atinadamente la tarea de la dirección y el consejo en un trabajo productivo y cercano.

A mis colegas Carolina Puchet Dutrénit y Aliana Santana quienes me han acompañando como trabajadoras incansables e interlocutoras precisas y necesarias en estos 3 años de intenso trabajo. ¡Gracias, de verdad! Las voy a extrañar cada lunes…

A los responsables de las comisiones de trabajo que cumplieron afanosamente con su tarea, articulada a este directorio y renovada por sus estilos singulares.

Y a cada uno de ustedes, que hicieron posible todo lo que hicimos, que estemos donde estamos. Pero que lograron, además y de yapa, que el camino fuera en verdad agradable.

Tengo 2 regalos para terminar. Regalos que ilumino otra vez con las palabras del poeta, que parece lacaniano: “Hay que acoger el fulgor de la ausencia. Reflejar el don de lo que no está en cada cosa que creamos”. [4]

Uno es para Carolina. El otro es para ustedes, para todos nosotros.

Ambos son de algún modo evocaciones: del tiempo y del don que siempre es de amor pero un amor menos tonto en tanto refleje lo que allí no entra, lo que no está, su núcleo de ausencia, su silencio, los motores de la creación.

Para Carolina, este adorno, una escultura sencilla, que evoca de manera ligera tanto una coreografía como una clave musical. Clave de escritura y de lectura de las notas musicales pero también del silencio y las pausas.

Si el contenido de la música es inefable, su inscripción temporal le da forma y estructura, a la vez que opera transformaciones incalculables en la experiencia de cada ejecución. “El misterio del instante” es el titulo de una obra que propone sumergirnos en ese instante -musical- que es en potencia una proyección en lo desconocido: “Demos confianza al tiempo. El tiempo es la música; y el dominio de donde ella emana es el provenir”. [5]

El porvenir, Carolina… la música del provenir de la Escuela en la Ciudad de México es lo que deseamos de tu mano en esta apuesta que hacemos al elegirte como nuestra nueva directora. ¡Con todo mi cariño y los mejores deseos! ¡¡¡Bienvenida!!!

El segundo regalo lo llamo un ratito de “memoria no-toda”. Un tiempo que la escansión nos permite y que yo quiero que especialmente nos tomemos para transitar unos minutos por el arcón de los recuerdos de algunas de las muchísimas cosas que creamos, que hicimos, que sostuvimos en estos 3 años.

Es mi modo de compartir en esta Asamblea mi clave de lectura —seguramente puede haber otras, en todo caso esta es la mía, la que puse en marcha desde la función y la que recojo ahora en perspectiva-, mi clave de lectura de la articulación entre intensión y extensión en la sede NEL Ciudad de México.

Seguimos caminando juntos.
¡Muchas gracias!

NOTAS

  1. . Mujica, H., Abandono, Casi en Silencio, Pre-textos Poesía, España, 2004.
  2. . Miller, J.-A., El lugar y el lazo, Buenos Aires: Paidos, 2013, p. 102.
  3. . Miller, J., Editorial, Colofón 22, Boletín de la FIBOL, Granada, 2002.
  4. . Mujia, H., El anuncio, Sed adentro, Pre-textos, Poesía, 2001, p. 38
  5. . Von Balthasar, H. U., citado en Armonía y análisis musical, www.visarmie.blogspot.com

IV JORNADAS DE LA NEL-cf CDMX:
PRESENCIAS DEL ANALISTA TEXTO DE ORIENTACIÓN
EJE: Presencias… en la ciudad y la época

Un despertar

¿Cuál podría ser la incidencia política un poco más allá de esta presentación negativa?

Tal vez cierto efecto de despertar. Un despertar respecto de aquello de lo que en

definitiva se trata en los ideales sociales: del goce y de la distribución del plus-de-gozar.

 (Jacques-Alain Miler)

Desde hace tiempo los analistas hemos afrontado el desafío ético de hacer a un lado la rutina del consultorio y asumir una presencia en los dispositivos comprometidos con la salud mental en nuestras ciudades, así como en los debates públicos con el Otro social. En este aspecto, no cabe desconocer que, más allá de la vigencia del discurso del analista y sus consecuencias prácticas, en una perspectiva más amplia, se trata del consentimiento a la convocatoria de Lacan de alcanzar “una incidencia política donde el psicoanalista tendría su lugar si fuese capaz de ello”[1]. Por supuesto, para estar a la altura de la época, ello exige al deseo del analista el miramiento por los síntomas de la actualidad, los impases en lo social, y el aggiornamiento permanente respecto de los discursos emergentes que se imponen al compás de cada tiempo.

Ahora bien, ¿De qué presencia se trata?, ¿Cómo pensar esa presencia?

Más allá del analista causa del trabajo del sujeto supuesto saber, correspondiente a la dimensión transferencial del inconsciente, encontramos una clara orientación en el Capítulo X del Seminario 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Allí Lacan nos advierte sobre la presencia del analista, primordialmente, como una manifestación del inconsciente. Y es sólo desde ahí como tiene lugar su presencia real, más allá del par imaginario del a-a´, desidealizando, a su vez, la figura y la persona del analista, para reducir su función a la de un resto, “un resto fecundo” –en tanto una presencia muy particular que se pone en juego solamente en el arte de escuchar del analista. “El arte de escuchar casi equivale al del bien decir”[2].

Como vemos, ello no será ciertamente exclusivo de la experiencia analítica. Esta función estará activa en todos los vínculos donde se trata de la relación del sujeto con el saber y el goce. “Se trata en estos vínculos siempre de una relación transferencial encarnada en la persona que se supone agente de la acción, pero esa atribución de saber a la persona deja en realidad encubierta la relación del sujeto con el saber de su propio inconsciente, verdadero agente del vínculo”[3]. En la medida en que el analista con su acto recuerde la banalidad del sentido de las palabras, opere como el dedo elevado de San Juan tal como Lacan evoca en “La dirección de la cura”, señalando cómo somos hablados, que la referencia del lenguaje no existe, hará presente la perspectiva de lo real más allá de la realidad.

En este sentido, la ironía sirve muy bien a la posición del analista a la hora de perturbar los ideales sociales y revelar su naturaleza de semblantes respecto a un real que sería del goce. “Está más bien, como Sócrates, para hacer temblar, para hacer vacilar los ideales, a veces simplemente poniéndolos entre comillas, quebrando un poco los significantes-amo de la ciudad”[4]. Sin embargo, por otro lado, Lacan nos enseñó que los ideales son semblantes, arbitrarios, pero que esos semblantes son necesarios. La sociedad se sostiene gracias a sus semblantes, no hay sociedad sin identificaciones. Entonces si, por un lado, es cierto, el padre es un semblante, y, sí, se puede prescindir de él … sin embargo, no hay que olvidar que ¡a condición de saberlo utilizar!

Pensar la presencia del analista como la provocación de un despertar implica, necesariamente, sostener un deseo vivo. Seis años antes de su Seminario 11, en el texto La dirección de la cura y los principios de su poder, paradójicamente, Lacan dará al analista el lugar del muerto, dejando el yo a un lado para que pueda surgir el lugar del Otro para el sujeto, el inconsciente, su verdadera pareja, en el registro de lo simbólico. Es el lugar de la causa de la división del sujeto que Lacan formalizará más adelante con la función del objeto a, presencia irreductible.

Para finalizar, cabe mencionar el concepto de “acción lacaniana” que Jacques-Alain Miller ha propuesto para nombrar en el seno de la Asociación Mundial de Psicoanálisis la política de incidencia en los ámbitos políticos y sociales como el correlato del acto analítico en la sociedad. Si Lacan ha formulado que «No hay clínica del sujeto sin clínica de la civilización» es porque la topología del inconsciente lacaniano –allí donde el analista manifiesta su presencia- resulta, entre un afuera y un adentro, de una extimidad irreductible. ¿Cómo el deseo del analista pudiera, entonces, prescindir de la ciudad y la época?

 

[1] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.

[2] Lacan, J., El Seminario Libro 11 Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Editorial Paidós, p. 129.

[3] Bassols, M., Presencia del analista, Cuadernos del INES Nro 14, Editorial Grama, p. 99.

[4] Miller, J.-A., El psicoanálisis, la ciudad y las comunidades.