Entre lo que no existe y lo que existe
Marcela Almanza
En el Acta de fundación, Lacan reitera varias palabras que me resonaron a la luz de esta Noche de Escuela: fundación, acto, responsabilidad, compromiso, trabajo permanente y convocatoria a los trabajadores decididos, testimonio…
Se puede volver sobre el texto, nunca es tarde… Más bien, por la relevancia de lo que nos implica en nuestro acto como practicantes del psicoanálisis orientados por la enseñanza de Lacan, debería ser una referencia que se nos imponga como lectura, cada vez, para no distraernos de lo que nos concierne.
En la Nota adjunta, Lacan dice «Pero la admisión a la Escuela, cualquiera que sea el momento en que el sujeto entre en análisis, tiene que confrontar este hecho con la responsabilidad, que no puede declinar, por sus consecuencias».
Hoy, en la Sede de la Escuela, miembros, asociados, cartelizantes, colegas –los que nos sentimos convocados, claro- nos reunimos en torno al agujero del saber… testimonio y transmisión. ¿Cómo precisar, entonces, las resonancias de la conversación de Escuela con Anna Aromí?
En este contexto, la riqueza de su testimonio presenta para mí un doble valor: por un lado, por lo que implica la palabra de un AE, la palabra de una analista que se ha presentado al dispositivo del pase, que ha sido nominada, y que ha demostrado en acto su confianza en la Escuela para dirigirle aquello que le concierne en lo más íntimo por haber llevado un análisis hasta sus últimas consecuencias.
Por otro lado, porque resalta el valor de un primer testimonio de pase en nuestra Escuela: la NEL México DF.
Doble valor entonces, absolutamente solidario de aquello que nos decía Anna Aromí: «Doy testimonio en México porque hay Escuela, porque hay donde recoger los efectos de un testimonio de pase».
Un verdadero acontecimiento que abre, para todos nosotros, una nueva dimensión desde la cual pensar la serie Escuela -pase-testimonio- transmisión – efectos…
En este punto, también recuerdo aquello que Anna nos transmitía en su propuesta para llevar adelante la Conversación de Escuela: «Y es que un análisis se termina, en efecto, y cada AE da testimonio de ello. Se termina pero no se cierra. Que el análisis no se cierra significa que no existe una fórmula última que dé cuenta del final. En cambio lo que sí existe es una elaboración permanente, no sólo del final, sino de lo que ocurre para que un análisis termine sin cerrarse».
Entre lo que no existe y lo que existe, ubicaría entonces los ecos de una elaboración siempre por producirse.
En este punto, recuerdo lo que planteaba E. Laurent en su texto «El analista memorioso y la prisa» cuando decía «…podríamos decir que la solución lacaniana es la consistencia formal: el acercamiento hacia lo real en una enunciación particular… se trata entonces de que los casos –aquellos que han sido escuchados, analizados bajo esta orientación, y por qué no llevarlo a lo que se constituye como caso en cada uno de nosotros, y también por supuesto de los testimonios de los AE- pudieran testimoniar al mismo tiempo la envoltura formal, lo que hay del tratamiento de un problema de goce real y la particularidad de una enunciación. Esta es la función de una Escuela: incidir para producir no una forma canónica sino una perspectiva común…»
Seguramente, entre nosotros, estarán quienes no recuerdan parte del testimonio, a la letra… o quienes no pudieron estar presentes ese día.
De todos modos, propongo seguir la lógica de la sesión analítica ya que, como decía Lacan en «El atolondradicho» «…que se diga, queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha.»
Tomando este punto de partida, propongo entonces abrir hoy una conversación donde la transferencia de trabajo nos permita hacer circular la palabra para dar lugar a los diversos matices de lo que se escucha, para dar lugar a lo que se desprende de ese doble valor de este primer Testimonio en nuestra Escuela, alojando así las resonancias clínicas, epistémicas y políticas de este acontecimiento.
Fecha: 09/10/2014