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Los afectos en psicoanálisis

Los afectos en psicoanálisis

María Hortensia Cárdenas

Quisiera hablarles ahora sobre los afectos en psicoanálisis. Hoy me parece que tiene una importancia crucial poner en consideración este tema, fundamentalmente por las políticas que se puedan tener en el abordaje y tratamiento de los afectos. Lo primero a señalar es que hay una diferencia radical entre las emociones que son del registro de lo biológico, vital, y los afectos que son del orden del sujeto, “de su relación al significante y por lo tanto del goce”. Visto de este modo, los afectos remiten a la subjetividad, tienen una incidencia en el cuerpo y en los vínculos del sujeto con los otros.

La época actual regida por la globalización produce efectos de aislamiento, exclusión, segregación y de individualismo extremo. Esta situación trae consecuencias afectivas, mayormente bajo la modalidad de la depresión, soledad, violencia, odio, mal humor, ira, apatía, falta de perspectivas, tristeza, incertidumbre y pasajes al acto en situaciones extremas que dan cuenta de una sensación de precariedad simbólica; hay un padecimiento. Mención aparte merece la angustia indicada por Lacan como el afecto que no engaña, se tiene certeza de ella porque se siente en el cuerpo. De acuerdo con Lacan: “En la angustia el sujeto se ve afectado por el deseo del Otro. Se ve afectado de manera inmediata, no dialectizable. Por eso la angustia es lo que no engaña en el afecto del sujeto”. [1]

Hace poco pasando frente a un cartel de publicidad en Lima, la ciudad donde vivo, en el que se lee: “¡ADVERTENCIA! Para tener éxito y felicidad en la vida, tienes que estar preparado para cumplir con las exigencias del mundo”, escuché a un joven que le decía a otro exclamando: “¡Qué angustia, cómo se hace eso!”.

Los sujetos hoy se sienten cada vez más sin rumbo, sin un sentido que los oriente y le dé peso y orden en sus vidas. Los efectos de la globalización y del mercado en el orden social, en la realidad social son de pérdida de referencias e identificaciones. Faltan referentes, del discurso del Otro en el cual representarse y ubicarse.

En el pasado la identificación, los ideales del bien y la tradición eran la razón social y familiar en la búsqueda de la felicidad en colectivo: con la familia, en el matrimonio, en la comunidad, etc. Los ideales antes sostenían y regulaban las relaciones, eran una orientación para el vínculo con el otro y para encontrar cómo ser: cómo ser un hijo, un padre, una madre, un profesional, una pareja, un amigo. La pérdida de estos valores produce sentimientos de angustia, violencia, depresiones, ataques de pánico, manifestaciones de descontrol y desregulación. Los lazos sociales están fragmentados y debemos hoy considerar qué posibilita y mantiene los vínculos y qué produce su fracaso o debilitamiento.

Ahora quien tiene la voz del amo, sobre cómo ser y estar en la vida, y a qué identificarse, es el mercado pero que se vuelve un lugar de exigencias insaciables. El mercado, avalado por el discurso científico busca crear un nuevo sistema de valores concernientes a la vida en el que la felicidad encuentra un lugar en la programación. La economía cree tener en sus manos la programación de la felicidad cuando propone el consumo voraz y ansioso de objetos con los cuales encontrar un lugar en la sociedad. “La cuestión de la felicidad, formulada antes a nivel colectivo, hoy se ha vuelto la cuestión del goce, conforme a la lógica individualista de la modernidad”.[2]

La felicidad parece programada. Pero vivimos la “tiranía” de los objetos, que empujan al goce, a la satisfacción sin restricciones y vuelve exigente la demanda de la felicidad. Los objetos están hechos para causar nuestro deseo y se busca encontrar la felicidad en y con ellos. La civilización hoy encamina su búsqueda de la felicidad en el consumo frenético de objetos, cuantos más, mejor. No hay que pensar que los objetos no nos dan momentos de felicidad pero constatamos que la felicidad de este modo se acaba rápido. Después hay que buscar otros objetos para volver a obtener la tan ansiada felicidad, para otra vez volver a constatar su carácter transitorio. Si hay un imperativo hacia ser feliz, podemos decir que la felicidad también es un objeto de consumo. No se toma en cuenta que por la vía del consumo se aplasta el deseo, que la felicidad de uno va de la mano del deseo del Otro.

La experiencia psicoanalítica por la palabra hace emerger la experiencia afectiva, es decir lo reprimido en un sujeto. Pero sabemos que los afectos no se reprimen, sino que se instalan en el cuerpo, se desplazan o están a la deriva, el sujeto no encaja ahí. El cuerpo está afectado por el significante y esto produce efectos que son precisamente los afectos.

No se trataría entonces de la adecuación o de la adaptación de un sujeto en su entorno. No habría manera de pensar en una buena adecuación para todos en el medio. No hay manera de pensar los afectos desde el orden de lo biológico o de lo psicobiológico.

Hoy nos encontramos obligados a responder al mercado de consumo, se cree que la felicidad se consigue del lado del exceso. Es un empuje a un goce que nos invade, nos transforma y nos divide. El sujeto no se reconoce, es un factor de angustia. La multiplicación de los objetos de consumo por el mercado vuelve el consumo adictivo. Los objetos son de uso directo e inmediato para ser descartados y producir uno nuevo. Es la política de la utilidad directa.

El mercado se ha vuelto absoluto y toda actividad humana debe pasar por ese ámbito. El mercado es lo que domina, ofrece objetos fabricados masivamente, ofrece también conocimientos, o cultura para el consumo.

El empuje al consumo responde al imperativo al goce. Los sujetos buscan la satisfacción de este modo, buscan paliar el sufrimiento y el malestar por esta vía. Las promesas de consumo globalizado buscan transmitir una idea de totalidad global pero que, visto bien, son promesas de un consumo sin límites. Vivimos esa paradoja, la promesa de la totalidad pero con un empuje a lo ilimitado. Si antes se pensaba que el límite lo ponía el estado o el ideal del hombre con el humanismo, la política, los gobernantes, el padre, ahora la falta de totalidad puede producir afectos descontrolados como crisis de angustia, o pánico. El consumo adictivo y el individualismo, tan valorado en estos tiempos, conducen a la exclusión, segregación y a la satisfacción en solitario. Hoy nos encontramos con sujetos frágiles, precarios, que sufren de depresión, angustia, que viven en un estado de tristeza, culpa, aburrimiento, incertidumbre, de odio, sujetos afectados que no saben la causa de eso que los afecta.

Cada vez hay más objetos porque rápidamente los objetos pierden su atractivo y no motivan más el deseo. Los objetos se vuelven desechables y su consumo no es tanto por el objeto en sí, sino por la satisfacción misma. Entonces, a mayor consumo, más satisfacción. Es la tiranía del objeto que hoy queda develada. Por efecto del mercado, los objetos están sueltos, aislados, desligados de los sujetos. La satisfacción por sí misma sería la expresión de un hedonismo generalizado. Pero, como advierte Éric Laurent, la satisfacción que producen los objetos no es sin efectos, no hay un hedonismo apaciguado, hay algo que siempre se escapa, el hedonismo es un sueño.

Éric Laurent, en su texto “Hijos del trauma”[3], muestra que hoy vivimos una situación en la que el trauma se ha generalizado. El manual del DSM IV lo enfoca de esa manera y plantea al trauma como un disturbio susceptible de ser removido. Este enfoque no toma en cuenta la causa del trauma, solo lo generaliza y contempla los efectos sintomáticos que podrían eliminarse.

Los efectos se presentan como un exceso que escapa a cualquier ordenamiento. Hoy en día todo entra en la programación científica: la programación genética, por ejemplo, desarrollada aún más con las investigaciones sobre el código genético y el genoma humano, o la manipulación de embriones animales y humanos. La programación del medio ambiente también es una preocupación de la ciencia, aunque los cambios climáticos que amenazan el futuro son una señal de lo que se escapa a la programación.

De este modo el discurso científico busca hacer existir una causalidad programada, pero el trauma surge como un obstáculo a esta programación. Aquí encuentran su lugar toda una serie de especialistas que asistirían al ciudadano –es la tesis de Laurent–, al ciudadano perjudicado por las rupturas en la programación: terapeutas, psicólogos, abogados, médicos, asistentes sociales, acompañantes terapéuticos, etc. Aquí se ve que la demanda de atención no es en base a un deseo de verdad, sino en función de atención personal. Se trata del sujeto perjudicado cuando deja de ser el ciudadano feliz y consumista en el mundo de hoy programado por el mercado. No es el sujeto que asume la responsabilidad de sus actos.

El discurso médico informa cada tanto de los avances de su disciplina en nombre de la seguridad y de la salud. Son “las buenas noticias del progreso” que periódicamente nos llegan anunciando que se ha franqueado una nueva frontera.[4] Las buenas noticias consisten en anunciar que el saber es capaz de dominar lo que antes era imposible.

Hoy la salud ya no está referida solamente al cuerpo como organismo, se convierte en un objeto de mercado, de controversias éticas, y de luchas políticas. Jaques-Alain Miller puso en debate una investigación biotecnológica [5] que arrojó como resultado la creación de un cromosoma sintético que puede dar una nueva forma de vida. Por ahora es una bacteria de laboratorio pero podemos imaginarnos los alcances a futuro en la medicina, y armas biológicas, entre otros destinos.

La industria farmacéutica es una de las más rentables de todas las industrias hoy en día. Además del buen uso que se pueda hacer con algunos medicamentos según sea el caso, lo cierto es que hay un interés comercial que sobrepasa todo interés médico. La enfermedad se ha vuelto un producto industrial. Para cada enfermedad hay una pastilla y para cada pastilla una nueva enfermedad.

La televisión alemana difundió un documental sobre el valor empresarial que ha cobrado el ejercicio de la medicina. Si los médicos hoy tienen problemas para ganar más dinero en la práctica privada, se recomienda que enfoquen su práctica en la franja de la población que cuidaría más de sus cuerpos para sentirse sanos y felices. Se dirigen a la tercera edad, hombres y mujeres que tienen la tranquilidad del dinero de su jubilación y tiempo para dedicarse a sí mismos, que quieren cuidar su salud, y están alienados al empuje por el cuerpo perfecto, siempre joven, eterno. El cuerpo es un objeto afectado por las exigencias del mercado y el ideal de perfección y juventud. Se mostró en el documental un centro de tratamiento creado bajo la modalidad de un spa que ofrece paquetes de rejuvenecimiento por medio de dietas, purgas, ejercicios, saunas, masajes. Para acceder al tratamiento, los pacientes llenan unos cuestionarios y se someten a una serie de exámenes clínicos cuyos resultados son comparados con los patrones normales del estándar. El resultado de los análisis son los que deciden la medicación: hormonas, vitaminas, enzimas, etc. sin realmente considerar si lo necesitan o no.

El discurso de la ciencia presiona por hacer evaluable el malestar en los sujetos, traducirlo en números estadísticos y determinar tratamientos uniformes, iguales para todos. Se busca controlar los afectos controlando el cerebro y el sistema nervioso central. El método de estudio y medición por imágenes del cerebro busca hacer una cartografía cerebral de las emociones. La felicidad y la alegría podrían ser ubicadas y separadas de todo sentimiento de desdicha o malestar de este modo. Pero si la felicidad o la tristeza son objetivables, ¿cómo explicar las variaciones en estos afectos entre los individuos a lo largo del tiempo?

Ante el intento de algunas políticas de encontrar un índice único de la medida de la felicidad, Éric Laurent llama la atención que se ha reemplazado la heterogeneidad de las causas del deseo por medidas que no toman en cuenta la subjetividad. No hay medida ni evaluación de los afectos que los homogenice, que los haga igual para todos. Esto produce un “efecto perverso ya que deja en manos del experto que –con sus cifras– pueda imponer la felicidad a un sujeto; dice saber más que el sujeto, y entonces se permite forzarlo a una posición de goce en nombre de su felicidad”[6].

Estas políticas ignoran las paradojas de la pulsión y del inconsciente, que no se pueden controlar. El más allá del placer, el imperio del goce, y el deseo como deseo de otra cosa, son dimensiones que entran en conflicto y ante las cuales no se puede programar ni imponer la felicidad.

El cientificismo del discurso médico, haciendo fuerza con el mercado, busca combatir lo que iría en contra de la programación de la felicidad. La salida la ubican en operar sobre lo que aparece como un gran mal hoy: la depresión, que ha proliferado de manera inesperada perjudicando los sistemas de salud y laborales. Una enfermedad que amenaza ser una pandemia, generadora de discapacidades. El enfoque del tratamiento psicoterapéutico apunta a elevar la autoestima. Hoy no está permitido estar triste ni aburrido. El tratamiento con fármacos, con las llamadas “píldoras de la felicidad”, no contempla los estragos que produce la medicalización masiva. Hacer a un lado la singularidad se paga con los efectos devastadores del retorno de lo reprimido.

Pero para pensar el problema actual de la depresión – más allá de una melancolía o el sufrimiento por un duelo – hay que ubicar la posición subjetiva depresiva ligada al malestar de la época, relacionados con los mandatos que los sujetos deben cumplir para alcanzar la felicidad, logros y tener éxito en la vida. Aquí con lo que se topa un sujeto es con el “fracaso” para enfrentar las demandas de logros, y una psicoterapia que intente adaptar al sujeto a los circuitos de felicidad solo conduce a más sufrimiento y más soledad. Se necesita orientar al sujeto hacia sus deseos para que empiece a darse cuenta de lo que le pasa.

Hoy todo está referido al mercado vía el capitalismo industrial y financiero. Lo que importan son los números, cuánto se produce y qué ganancias se obtienen. El número, la cifra es lo que importa, cifra que no tiene contenido, importa solo como idea, no tiene un contenido para ser descifrado, responde a la idea de que “es eso porque es eso”. Con un sentido utilitarista se busca saber cuánto cuesta y qué beneficios económicos se puede obtener –es la relación costo-beneficio de las cosas– solo así algo sirve.

La crisis financiera que ha ocupado a los medios últimamente es una crisis del discurso del amo que pone en evidencia el fracaso del saber económico que no puede ordenar el mundo, que se descubre como una ficción y desregulación. Se cree en los modelos económicos, hay un saber supuesto en ellos, una creencia en ellos. Ahora debemos recordar que hay un límite en el saber de estos modelos, que pueden fracasar. La crisis financiera pone en evidencia que el dinero no vale nada. [7] Asistimos esta crisis que pone en evidencia la debilidad y la precariedad de lo humano, evidencia lo imposible de dominar y que puede desencadenar el pánico una vez que se rompe los lazos fundados en el dinero. El pánico saca a la luz la verdad del lazo social.[8] Mientras existan los vínculos libidinales, a eso apuntaríamos, será posible mantener una coherencia y estabilidad en los lazos.

Entonces, vivimos tiempos en los que se incluye el goce en los derechos del hombre, vivimos la juridificación del goce. Pero el síntoma se manifiesta como el régimen propio del goce, necesariamente el sujeto experimenta el síntoma. El psicoanálisis se orienta por la política del síntoma para tratar el malestar. Ubica al síntoma en el centro del malestar y acompaña al sujeto en el reconocimiento de sus singularidades, y a que encuentre una forma de regulación del empuje al goce que tiene efectos mortíferos. El síntoma ubica el fracaso del lazo social pero también el síntoma es lo que hace posible el vínculo social, con el Otro y el despertar del deseo. En esa línea nos orientamos y empeñamos, es la ética del psicoanálisis, es nuestra política.

Notas

* Psicoanalista en Lima, Perú. AME de la NEL (Nueva Escuela Lacaniana) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis).

  1. Lacan, Jacques, De los Nombres del Padre, Paidós, Buenos Aires, 2005, p. 70.
  2. Miller, J.-A., Psicoanálisis y política, Colección Orientación Lacaniana, Ed. Grama, Buenos Aires, 2004, pág. 32.
  3. Laurent, Éric, “Hijos del trauma” en La urgencia generalizada: la práctica en el hospital, compilación de Guillermo Belaga, Ed. Grama, Buenos Aires, 2004.
  4. Miller, Jacques-Alain, “Las buenas noticias del progreso”, en El libro blanco del psicoanálisis, ELP, Barcelona, 2006.
  5. Miller, Jacques-Alain, El futuro del Mycoplasma Laboratorium, Comunicación en las XXXVI Jornadas de la ECF, 7 de octubre de 2997. Publicado en el Blog de la AMP: http://ampblog2006.blogspot.com/2007/10/miller-xxxvi-jornadas-de-la-ecf.html
  6. Laurent, Éric, “La felicidad o la causa del goce”, publicación virtual en el blog de la ELP http://www.blogelp.com/index.php/2007/12/21/cronica_la_felicidad_o_la_causa_del_goce
  7. Miller, Jacques-Alain, « La crisis financiera vista por Jacques-Alain Miller », entrevista publicada en el semanario Marianne, París, octubre 2008.
  8. Laurent, Eric, Videoconferencia París-Lima durante las V Jornadas de la NEL en Lima, inédito, 2008.

Fecha: 14/11/2008
Modalidad: Presencial
Lugar: Facultad de Filosofía y letras UNAM

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El psicoanálisis, una terapéutica que se orienta por lo Real

El psicoanálisis, una terapéutica que se orienta por lo Real

Alicia Arenas

Frente a los discursos sociales de nuestro tiempo es necesario una vez más recordar de qué se ocupa el psicoanálisis, cual es su tarea en el malestar en la civilización.

Desde Freud, el psicoanálisis se ocupa del sufrimiento humano y de los mecanismos subjetivos que hacen que ese sufrimiento, si no es tratado, en vez de aliviarse tenga la tendencia a ir en aumento. El psicoanálisis se ocupa de aliviar ese sufrimiento a través de una práctica del hallazgo de lo que mantiene vivo ese sufrimiento, lo que no es tarea simple, pues precisamente no es algo que esta a la vista.

El descubrimiento freudiano fue capaz de detenerse en las pequeñas cosas, en los detalles que establecen vías de descubrimiento de ciertas marcas que se revelan con una potencia sintomática sorprendente para el sujeto mismo.

Al mismo tiempo, el psicoanálisis observa que esta carga sintomática no es solo intrapsíquica, sino que el síntoma tiene un aspecto sensible al discurso social, es lo que Lacan ha llamado la «envoltura formal del síntoma», que fija al sujeto a ciertas significaciones dominantes. Eso explica que lo síntomas se adapten a los tiempos, que haya síntomas propios de cada época.

Por esa razón, en las asociaciones y escuelas de psicoanálisis se adelanta desde hace mas de 100 años un programa de investigación sobre los distintos aspectos, intrapsíquicos, familiares, afectivos, sociales, culturales, que afectan al ser que habla.

El campo privilegiado de investigación del psicoanálisis es la práctica clínica misma, la observación de las diferentes formas clínicas que surgen a causa de la incidencia de esta serie de factores y que se traducen en las diferentes formas de malestar.

Durante su crecimiento, el ser humano desarrolla sus propios métodos de equilibrio, aquellos que le resultan más útiles para soportar las exigencias que la vida en sociedad conlleva y que incorpora desde el nacimiento. Los niños, en sus juegos, ya ensayan soluciones a una serie de problemas que se les presentan.

Esos métodos sin embargo, se revelan muchas veces fallidos o insuficientes, y el psicoanálisis se interesa por lo que hace que esos métodos fracasen. Cuando sobreviene una crisis, lo que se revela es que algo de esa construcción, de esa defensa equilibrante, implicaba al mismo tiempo un tipo de satisfacción autodestructiva que mantenía el sujeto en un equilibrio aparente pero inestable.

Las demandas del Otro social conllevan a veces formas de aspiración a la felicidad que no son necesariamente cónsonas con las necesidades reales del sujeto. En el discurso social de cada tiempo se despliegan referencias dominantes que muestran los paradigmas alrededor de las cuales se sitúan los intentos de equilibrio subjetivo como respuesta a las demandas que le vienen del Otro social. En nuestro tiempo, significantes como eficiencia, rapidez, poder, precisión, control, riqueza, mercado, ciberespacio, derivados de uno u otro modo de la tecnología, habitan el discurso social.

No se puede negar que la cibernética es hoy una referencia de primera instancia para el hombre. La alta tecnología, el high tech, como derivado de la ciencia abarca hoy todos los campos.

Al mismo tiempo, esto trae inevitablemente la idea en espejo del hombre-maquina, el hombre sin desperfectos, sin disfuncionamientos, y, por supuesto, sin síntomas, cuyas emociones tendrían que estar siempre del lado de la alegría, o del éxtasis.

Y esto puede llevar a extremos, no se si lo conocen, pero, por ejemplo, supe no hace mucho de la existencia de una red que esta repartida por todo el mundo, se hacen llamar ¨transhumanistas¨, es interesante. Ellos plantean que ha llegado por fin la hora de salir de este cuerpo frágil que es capaz de enfermarse y de sufrir, gracias a las respuestas que la ciencia nos ofrece hoy, la biotecnología, la inteligencia artificial, la nanotecnología, y, por supuesto, los fármacos, capaces de ofrecer cambios químicos importantes y a la mano de cualquiera. Plantean por ejemplo que los estados maníacos no son patológicos, sino que son la referencia de un estado de felicidad sostenida que todos podríamos alcanzar, ya que es mentira que la tristeza sea una parte de la vida, pues se trata solo de una enfermedad.

Proponen extender las capacidades del ser humano con los recursos de la ciencia y se refieren con certeza a lo que vendrá después de nosotros, la era «posthumana». En todo caso, la importancia que tiene la referencia es la presencia en el mundo de hoy de este tipo de discurso. Francis Fukuyama en su libro El Fin del Hombre[1], de hace ya varios años, alertaba sobre estas posiciones. Se trata de liberar al cuerpo de su fragilidad, y si esto es lo post humano, hay que decir entonces que se trata de liberarlo de su humanidad, lo humano pasará a la historia como pasó el hombre de Neanderthal, en fin.

Pero sin ir tan lejos, en una dimensión mas light, esto lo tenemos todos los días en la televisión y en los anuncios. Cuando en la puerta de un SPA anuncian ¨Deje aquí el cuerpo que tiene, llévese el que quiere¨, se trata al fin y al cabo de lo mismo, quizás en un sentido mas metafórico que los transhumanistas, pero señala bien adonde apunta el discurso. Lo que se tiene no es…se trata de otra cosa, y esa otra cosa es cada vez es mas cibernética…

Recuerdan la famosa película de los años 60, de 1968 creo, con Jean Fonda, en el papel de ¨Barbarella¨….era como la prehistoria rosa de todo esto, solo que allí aún se trataba de ciencia ficción. La verdadera Jean Fonda es hoy una bella abuela muy bien conservada, pero no una máquina, pero las Barbarellas de mañana probablemente lo serán.

Es cierto que el sujeto tiene y ha tenido siempre una relación mas bien incomoda con su cuerpo, una relación que pasa la vida intentando equilibrar y mejorar. Es en ese espacio, en esa distancia entre lo que tenemos y lo que queremos, es donde se aloja precisamente el sufrimiento sintomático.

Aunque los ideales no han sido siempre los mismos, pues hubo épocas en que el mundo estaba hecho al tamaño del hombre. Actualmente las exigencias parecen dirigirse a un coloso, son demandas que nos vuelven maquinas a fin de responder a la exigencias de velocidad, de funcionamiento, de resistencia, de nuestra época.

Entonces, el sufrimiento humano de la actualidad, los síntomas de hoy, se encuentran en correspondencia con un nuevo régimen social producto de un mundo transformado por la ciencia, y por la globalización de sus subproductos tecnológicos. El Otro social de hoy no es el mismo de 1930, época en que Freud escribía su articulo sobre El Malestar en la Cultura[2] y en el que alertaba ya sobre el uso que se hacía de la tecnología. Freud señalaba como el hombre se convertía cada vez mas en un dios, al vestirse con sus prótesis, sus órganos artificiales, sintiéndose magnifico cuando estaba armado de todos sus aparatos, logrando sentirse un superhombre. Sin embargo estos aparatos no crecen de el y le producen también una serie de nuevos problemas.

Por supuesto, en 1930 la relación con la maquina no era la de hoy, había aviones, radios, automóviles, cine, pero en fin, hasta ahí, la extensión que hacemos hoy del cuerpo humano no es comparable. Lo que podría decir hoy Freud es que en cualquier caso, sus planteos de los 30 se ven multiplicados, pues el intento del hombre de transformarse en superhombre no cesa.

Ahora bien, las consecuencias actuales de todo esto, del uso que hacemos y del que se pretende hacer de la tecnología, son visibles, los humanos están cada vez mas desorientados respecto de su propia humanidad.

El Otro tecnológico, referencia que sustituye progresivamente a cualquier otro tipo de ideales que alguna vez estuvieron en el lugar del high tech y que situaban el encuentro del hombre con las cosas del mundo, esta aquí para quedarse. La pregunta es si hay alternativa, porque aún en las propuestas green, de lo que se trata es de encontrar otro tipo de tecnologías, que no destruyan el mundo tan rápidamente. Es decir, que si el sujeto no se identifica a estos significantes que lo inscriben y le dan un lugar en el mundo de hoy ¿a que se identifica? ¿que alternativas habría?

Es decir que no se trata de tomar una posición moralizante o nostálgica, que diga que el tiempo pasado fue mejor, se trata mas bien de cómo hacer con todo esto, cómo utilizarlo a favor del hombre. Por otra parte, nuestra civilización, la civilización tecnológica, cibernética, no ofrece un mas allá de la tecnología, lo que queda mas allá es un agujero, un agujero de ideales, un agujero de autoridad, un agujero de saber, produciendo una desorientación generalizada respecto a donde habría que dirigirse, qué habría que desear. Cada vez es mas frecuente que las personas no tengan nada que responder cuando se les pregunta que quisieran de la vida, o hacia donde se dirigen.

Y las consecuencias clínicas son los nuevos síntomas, síntomas como ataques de pánico, depresión y ansiedad generalizadas, hiperactividad, adicciones, anorexias y bulimias, desórdenes del humor, etc. Al menos esos son los nombres que les da la psiquiatría de nuestra época.

La ¨Dama de las Camelias¨, se desvanecía en su chaise longue, en un entorno romántico bastante elaborado y novelesco, la histeria de hoy en cambio no se desvanece, no tendría donde ni cuando, sufre en cambio de ataques de pánico en medio del trafico, padeciendo mas bien de una ausencia de autor que pudiera relatar su historia, representando un acto sin referencias y trayendo un síntoma de pura angustia que no relaciona con nada que no sea el miedo a la asfixia, literalmente a la muerte.

En nuestro mundo, lo que no es inmediatamente calculable tiende a devenir automáticamente traumático. En un espacio social donde los ordenes tradicionales de familia, hombre, mujer, padre, madre, que situaban identificaciones conocidas y estables, se presentan caídos, el sujeto tiene cada vez mas que hacerse cargo de sus propias elecciones frente a ese Otro incierto. Y ese es el punto que quiero destacar. Es posible hacer elecciones propias en nuestro ciber mundo?

Este paradigma dominante lo encontramos dentro de cada campo específico, son significantes que están en posición de dominio en todas partes, también en el campo de la salud mental. Jacques Alain Miller, en su curso de este año en París señalaba por ejemplo la importancia creciente en nuestro campo de significantes como cantidad, numero, cifra, evaluación, control, cobertura, estándares…

Significantes con los que se intenta atrapar el sentido de los conflictos subjetivos y por lo tanto se espera poder medirlos, cuantificarlos, compararlos, estableciendo promedios y estadísticas que sitúen el sufrimiento humano, pero curiosamente dejando afuera lo mas importante, el paciente mismo.

Estas formas de evaluación han sido desarrolladas a partir de un proyecto de control de archivos del Sistema Gerenciado de la Salud, al menos es así en los EEUU, donde la salud ha dejado de ser una carga publica para convertirse en un negocio, pasando a manos privadas. Claro que los programas que aún maneja el gobierno son también tratados del mismo modo.

Lo que ocurre es que en última instancia se piensa posible tener el control exacto de lo que ocurre con el sufrimiento humano, se quiere medirlo, evaluarlo, contabilizarlo, a fin de que entre en los protocolos administrativos que permitan llevar una serie de controles. No tan lejos de los transhumanistas, al menos en los papeles.

Si nos situamos en el campo de lo universal, es cierto que todo sujeto es susceptible de medición y cuantificación, siempre en relación a otros sujetos del mismo universo. La curva de Gauss es un ejemplo donde siempre tendremos promedios, media, frecuencia, etc. Es el campo del todo, un individuo es aquí relativo al todo, al lugar que ocupa en ese universo. Pero también estarán los extremos de la curva, y en los extremos tendremos, de ambos lados, las excepciones, que puede contabilizarse y darles valores de percentil sobre 100, 90, 75, etc. Sin embargo, estas excepciones no podrán tomarse muy en cuenta cuando hay que tomar decisiones en relación al gran grupo. Es el uso de la estadística, es su valor.

La cuestión es que cuando esto se lleva al campo de la salud mental, es plasmado directamente en los protocolos clínicos que se utilizan en los centros de atención psiquiátrica y psicoterapéutica. No sé si es así también en México pero son técnicas que se propagan y que tratan de establecerse ahora mismo también en Francia, Gran Bretaña y otros países de Europa, y que no están ya lejos de America del Sur.

Son protocolos, expedientes clínicos donde se establece la cuantificación de los síntomas de un sujeto, su frecuencia, sus porcentajes, y el plan de tratamiento correspondiente que se ajustaría a estos números. Por supuesto es necesario decir también cual es la proyección futura, que porcentaje de angustia ha de ser disminuido en el primer mes de tratamiento, o en que porcentaje hay que hacer crecer la autoestima, determinando cuantitativamente también los instrumentos se van utilizar, intervenciones terapéuticas que han de ser contabilizables.

Esto puede ir desde sus formas mas tecnificadas estableciendo programas conductistas como la «desensibilización progresiva», aplicada usualmente a las fobias a partir de un protocolo de procedimientos de unas 15 o 20 sesiones, donde el sujeto es progresivamente confrontado al objeto fobígeno hasta que se le hace soportable. O, también, tratamientos cognitivistas que han de permitir por ejemplo la sustitución de ciertos patrones paradigmáticos de pensamiento por otros. O, también puede intervenirse de las formas mas banales, como pedirle al paciente que lea un libro de autoayuda durante los primeros quince días del plan de tratamiento, a un capítulo por día, y luego medir los cambios que esto produce.

Por otra parte, este aparato de protocolos, planillas, múltiples hojas de papel y carpetas, toma muchas horas del trabajo del terapeuta para poder tenerlos al día, horas que no podrán ser utilizadas para ver a los pacientes, o, también, horas que le quitara a su descanso dominical, pues hoy la mayoría se ve en la necesidad de llevarse trabajo a casa.

El problema de todo esto es que se trata de un aparato que crea la ilusión de cientificismo sin ser ciencia, crea la ilusión de que en ese archivo esta todo, los mas recónditos secretos de la subjetividad del paciente, pero, paradójicamente, lo que se encuentra allí es otra cosa, lo que encontramos es que lo que queda allí escrito poco tiene que ver con la realidad del tratamiento subjetivo, pues lo subjetivo esta lleno de inconsistencias y de sorpresas que no habría donde registrar, o que ni siquiera son registrables, porque de lo que se trata es de otra dimensión del asunto, mas bien de un campo que no es medible, y que además, no serviría medirlo porque es único en cada uno.

Para el psicoanálisis el tratamiento implica dar lugar a lo contingente, es decir, eso que precisamente no es predecible ni calculable y que se presentará, con suerte, hay que decirlo, durante el curso del plan de tratamiento. Y digo con suerte porque será allí donde encontraremos lo que realmente interesa si el terapeuta no lo deja simplemente pasar, porque es un hallazgo que puede emerger en un suave tono de la voz, en un elemento absurdo del sueño, o en pequeños detalles por el estilo, y es eso lo realmente crucial.

Un ejemplo simple, las fobias, en una paciente determinada, una fobia a los aviones puede transformarse en un segundo en una fobia a los trenes, o mas tarde en una fobia a los automóviles, todo en la misma persona.

Evidentemente, no se trata para nosotros de ocuparse directamente del objeto fobígeno, que es insignificante, y que por mas procedimientos que apliquemos, si nuestro foco es ese, hará que siempre escape lo que es mas importante, lo que crea las fobias, lo que las mantiene vivas en ese sujeto particular.

En el caso del que les hablo, por ejemplo, a lo que se pudo llegar es que lo que mantenía vivas las fobias era una problemática relativa a la feminidad, que hacia que pasara de un síntoma a otro, síntomas que le permitían situar al hombre en una posición de exclusión. Una vez que ella pudo develar esa posición subjetiva, los antecedentes que la habían fijado a esa posición, las fobias desaparecieron como por arte de magia. Pero para que esto surgiera fue necesario dar lugar a la aparición de los elementos nuevos, que habían sido reprimidos, por lo que este sujeto no contaba con ellos en su conciencia, ni en su discurso inmediato.

El problema que tenemos los psicoanalistas de orientación lacaniana con todo ese aparato es que precisamente superpone el plano administrativo al clínico. Es evidente que los administradores y los inversores necesitan que el trabajo en el campo de la salud mental responda a la relación costo-beneficio. Por eso, a medida que la época eleva al primer plano los significantes rápido y calculable, lo que no se observa es que los que lo sostienen mas allá son los significantes ganancias y riqueza, los de cualquier negocio que se precie, lo que en última instancia sitúa la ley del mercado como verdadero agente del discurso.

El problema cuando estos factores son los que dominan, es el resultado, razón por la que cada vez más en la mayoría de los tratamientos se incluye la medicación, que es siempre la solución más rápida con la que es posible dar por terminada una crisis y volver a las actividades, a la funcionalidad. Cuando a esto se le hace el debido seguimiento, se ve que el retorno a las crisis es muy frecuente, y también, que por este camino habrá crisis sin retorno.

Como nos recordaba Jacques Alain Miller en una intervención en Londres hace unos años, hemos pasado de la antigua relación individual con el terapeuta, del acuerdo entre el terapeuta y paciente, que acostumbraba a elegir con quien quería tratarse, a algo que es mas del orden de una demanda social. Ahora es el seguro de salud el que ofrece una lista de proveedores, de la que hay que elegir un nombre, a ciegas.

Los seguros y las corporaciones se convierten en los mediadores en la relación terapéutica y se hacen representar por una serie de técnicos que sitúan los parámetros del tratamiento. Es el paso de un tipo de relación más personal a algo cada vez más impersonal y también menos confidencial pues todo este aparato termina en un centro de información que finalmente es accesible a una serie de personas.

Lo que interesa en cambio al psicoanálisis es la clínica de la escucha, una clínica del caso por caso, del uno por uno, de lo uno como único, en tanto lo que situamos como referencia es el detalle, lo particular por sobre lo universal, aquello que en un sujeto sostiene la singularidad de su vinculo con el Otro. Aquello que precisamente hace incomparable a un sujeto con otro, y que no podría dar elementos para evaluar a otro sujeto.

Y no es que lo universal no exista, se trata simplemente de dos campos distintos, lo que es mensurable y lo inconmensurable,

Puede decirse que el psicoanálisis se hace cargo de un espacio no métrico de la ciencia, de una especie de resto de lo medible con lo que nadie sabe que hacer, de lo que precisamente nadie se quiere hacer cargo. Por eso Lacan dedico su vida y su enseñanza a estudiar lo que llamo el campo de lo Real.

Se trata de una dimensión a la que ya Freud se refiere en su artículo de 1925, Inhibición, Síntoma y Angustia, cuando establece los tipos de resistencia, las dificultades que encuentra en la clínica, esos aspectos en los que el sujeto se aferra a su síntoma y no quiere curarse. Freud establece ya lo que Lacan llamará la resistencia en lo real como la forma de resistencia más difícil de tratar.

Este tipo de resistencia exige del practicante una rigurosa formación que agudice su escucha y su capacidad de intervención. La enseñanza de Lacan hace un recorrido por estos tipos de resistencia dejando un vasto legado para que los analistas en formación encuentren las claves de entrada a los vericuetos de la subjetividad.

Lacan dijo alguna vez que un psicoanálisis ha de llevarse adelante hasta que el analizante de sienta feliz de vivir, desde luego no se refería a un analizante que quiera ser analista, porque en ese caso tendrá que ir bastante más allá.

Se trata del eterno tema de la felicidad, que también era un tema que preocupaba a Freud, que nos preocupa en general a los analistas, porque es una aspiración humana, y como tal, tiene el recurso a la fantasía, es decir, lo que esta mas acá que la maquina, porque la fantasía no necesita de precisiones o cronogramas. Cuando alguien se preocupa por la felicidad estamos ya en una dimensión distinta a la urgencia, estamos en la dimensión del deseo, y la dimensión del deseo, de lo que causa el deseo en el ser humano esta del lado de Eros, si tomamos la referencia griega de Eros y Tánatos como vida y muerte, lo que causa el deseo esta del lado de la vida, de lo que a alguien le produce alegría de vivir, lo que llamamos el sentido de la vida.

Para el psicoanálisis lacaniano, se trata de eso, de que un sujeto encuentre lo que lo sitúa del lado de la vida, no del lado de la mortificación de la repetición sintomática. Ahora bien, esto puede sonar muy simple, pero lograrlo no lo es tanto, porque el aparato defensivo del sujeto esta armado con una serie de conceptos dominantes que, a la vez que lo defienden, también lo encarcelan dentro de ciertos limites de los que no puede salirse, limites que, es cierto, alguna vez tuvieron una función, pero que quedaron instalados como referencias fijas de las que el sujeto no puede soltarse a menos que surja algún tipo de crisis.

Entonces, en nuestra sociedad, que eleva al primer lugar el funcionamiento, la menor crisis esta muy mal vista, los signos de humanidad, la tristeza, el cansancio, los afectos mismos, no tienen lugar en la apretada agenda diaria.

El empuje al hombre-máquina nos llega del Otro social por todas partes. El psicoanálisis quiere darle un lugar a la subjetividad, a lo que deja de funcionar, pero no para repararlo rápidamente sino para que el sujeto se permita encontrar su propia lógica, su función. Si Ud. tiene una fobia o un ataque de pánico, no se trata simplemente de encontrar la vía mas rápida para que desaparezca, se trata de situar mas bien que lo hizo aparecer, que uso le esta dando su estructura eso permitirá desmontar esa función, pero sin que lo subjetivo quede excluido.

Hay una frase de Freud que explica la perspectiva que nos interesa: A dónde voy, encuentro que un poeta estuvo ya allí. El arte como la vanguardia del psicoanálisis, el arte como lo que señala el camino, a diferencia de la repetición sintomática, que ancla al sujeto.

Supe que hay en este momento una muestra de video hecha por un artista, cerca de la plaza del Zócalo, sobre los animales como obras de arte viviente, muy interesante, pero, y el hombre, ¿porqué no incluir al hombre? Si los grandes descubrimientos humanos, la cibernética no la usamos para que el hombre esté más cerca de la vida que de la muerte, ¿adónde vamos entonces con todo esto?

P) Teniendo en cuenta la cuestión de las nuevas tecnologías que usted mencionaba recién, querría saber su opinión sobre las nuevas formas de concepción, inseminación artificial, cómo impacta esto en la clínica actual, y cuál es la posición ética que asume el psicoanálisis frente a esta nueva realidad.

R) Todo esto interesa al psicoanálisis, como una realidad que existe, que está funcionando, pero también es cierto que interesa al psicoanálisis en tanto esto va a producir modificaciones, cambios en las relaciones de los sujetos con la función paterna, porque la noción de familia también cambia. Por eso decía que no se trata de ponernos moralistas, en términos de decir «esto es lo bueno y esto es lo malo». Si tenemos que denunciar estas cosas que estamos diciendo, de los protocolos en la Salud Mental, lo que realmente ni siquiera es ciencia sino pretensiones cientificistas, el problema es que detrás de esto lo que se maneja es un gran negocio. Entonces no se trata de que el psicoanalista esté en contra de los avances de la ciencia, para nada…Porque además no es de eso de lo que nos ocupamos. Pero sí nos ocupamos de los efectos en la subjetividad y hay que observar todos los fenómenos que atañen a nuestro campo. Respecto a las nuevas técnicas, simplemente no sabemos cuales van a ser sus efectos. Habrá que verlos en unos años más en la clínica misma, con los pacientes mismos, pacientes que serán producto de la fertilización asistida, o de parejas homosexuales, en fin…se trata de cosas nuevas que están surgiendo y que tienen que ver con la época. No se trata de que nosotros estemos en desacuerdo, el hombre se encuentra cada vez más ante este Otro incierto porque han caído las referencias autoritarias antiguas. Esto no es algo malo, al contrario, solo que a la vez trae una proliferación de nuevos modos de vivir. Al dejar de decir «esto es así porque sí», la gente es libre de decidir lo que quiere hacer, esa es la realidad humana. No sabemos los efectos a futuro, hay que seguir estudiándolos, son preguntas éticas. Por ej. el psicoanálisis ha sido llamado en ocasiones a formar parte de ciertos comités de ética, hospitalarios, institucionales, en laboratorios donde se hacen cierto tipo de prácticas. Es importante que el psicoanalista participe y de su opinión en lo que pasa en el mundo y no se quede encerrado en el consultorio.

P) Se habló que desde el discurso de la ciencia hubo diferentes elaboraciones tecnológicas a lo largo de todo el desarrollo humano, las cuales dieron y dan diferentes posibilidades y posiciones del sujeto. Pero me pregunto si el psicoanálisis también se podría pensar como una manifestación tecnológica que fue cambiando desde su fundación; me refiero a una tecnología del discurso, en relación con la palabra del sujeto.

R) Muy interesante tu pregunta. Sí, creo que hay que poder decir algo al respecto. Por una parte, como tú decías, sin duda que el psicoanálisis no es el mismo. El psicoanálisis cambia con los tiempos, y además esa es su función, el psicoanálisis debe cambiar con los tiempos, porque el psicoanálisis se ocupa de la subjetividad de cada época. Entonces necesariamente tiene que ver en cada época y en cada momento de qué manera puede situarse para trabajar los síntomas que al fin y al cabo es de lo que se ocupa, de los síntomas y del sufrimiento humano. Sin embargo, yo te diría que no se podría pensar como una tecnología precisamente por lo que mencioné en relación a la diferencia que hay entre lo mensurable y lo inconmensurable. Una posible respuesta a tu pregunta iría por ahí. Si bien el psicoanálisis utiliza los discursos, Lacan desarrolla cuatro discursos y al mismo tiempo está muy claro para él que el discurso no es sino un semblante a partir del cual dirigirse precisamente a lo real. Se trata de dirigirse a lo que no es medible, a lo que no es tecnificable, sino a eso que siempre va a ser imprevisible, que siempre va a ser sorpresivo, que nunca va a ser igual y esa es la gran dificultad. Que lo real siempre se va a presentar donde no se lo espera. Esto tanto desde el punto de vista negativo -en cuanto al sufrimiento, que es tan difícil a veces de movilizar en alguien- como también en su vertiente de apertura, lo real en su vertiente de novedad, de apertura de nuevos sentidos. Entonces pienso que no, no se podría decir que el psicoanálisis es una técnica. De hecho tenemos los escritos técnicos de Freud, pero no tenemos escritos técnicos de Lacan. Lacan no quiso hacer una teoría de la técnica en ningún momento, y por eso también la obra de Lacan es tan difícil de leer porque él todo el tiempo está dando vueltas alrededor de lo real para explicar lo que quiere explicar, o describir lo que quiere describir. Por eso el psicoanálisis apunta a lo que está más allá, lo que está fuera del discurso, fuera de lo que puede atrapar lo simbólico, la técnica estaría más del lado de lo simbólico.

P) Lo preguntaba también porque el psicoanálisis, en relación al título de la conferencia de hoy -que apunta a lo real- si se pudiera pensar como tecnología, qué efecto tendría, porque ha de tener algún efecto también en el sujeto.

R) Sin duda que hay un efecto. Me acuerdo de una frase de Lacan en el Seminario 11, donde él se pregunta qué nos autoriza como analistas a intervenir en la vida de un sujeto, a quererlo cambiar o a querer que atraviese su fantasma, etc. Y él lo dice claro, lo único que nos autoriza es que sufre de más, porque cuando nos viene a ver, eso de lo que se viene a quejar, en realidad también lo satisface. Es una satisfacción que lo hace sufrir de más. Entonces nuestra intervención solo puede ir en esa dirección, en la dirección de encontrar porqué ese sujeto sufre de más. Por eso las intervenciones analíticas tienen que ser delicadísimas y con el mayor tacto, porque se trata de intervenir allí donde la repetición hace sufrir de más y aparta al sujeto de la posibilidad del eros, instalándolo en la pulsión de muerte. Se trata de ver de que manera eso mismo que, a la vez es único, puede desplazarse de Tánatos a Eros. Pero eso no es algo que se puede tecnificar y hacerlo universal y decir por ej «ahora esto vamos a venderlo en paquetitos, igual para todos». Eso es lo que hace la diferencia.

P) Quisiera retomar esta cita de Lacan que usted menciona, sobre el sufrir de más y ponerlo en relación con la política cultural imperante en el mundo, sobre qué es el más y el menos, si no es un estándar decir eso…donde se pretende reducir al máximo los excesos o los déficits. También quería volver sobre algo que usted mencionó, que el psicoanálisis debe ir cambiando a la par de la época, y que esa es su propia naturaleza. Entonces, volviendo a la cuestión de la técnica, creo que sí hay algo invariable desde la fundación del psicoanálisis. Porque me parece que hay cierto aspecto de la técnica que se mantuvo invariable, por ej. la regla fundamental, etc., en eso no hay cambios, no ha variado.

R) Sobre la primera parte de tu pregunta no sé si es posible decir que este sujeto que viene, que nos trae su síntoma, que tiene la vida hecha un desastre, que le pasan miles de cosas, que está enfermo y que viene a traerlo y a quejarse y a buscar una solución, no creo que ese sujeto -a partir de su propia singularidad- tenga que ver con ningún estándar, no creo. ¿Cómo podría? No se trata de que eso que va a encontrar ese sujeto vaya a ser igual a otro. El sujeto viene a decir «sufro mucho y quiero cambiar», empezamos por ahí. Pero aún así, Lacan se pregunta si puede intervenir o tiene que dejarlo que se muera, se suicide, etc. Y él dice ¨no, aquí hay una satisfacción pulsional¨. Lacan es un psicoanalista, no es un intelectual. Lacan cree que los seres humanos sufren, y que hay algo que se puede hacer. El psicoanálisis lo ha demostrado en los últimos cien años. Lacan se hace una pregunta ética, y es una pregunta que hay que volverse a hacer cada vez, en cada caso. Por ahí la respuesta en algún momento sea otra, no sé como trataremos a los ciber humanos o a los post-humano. Lacan rescata de todo lo que el sujeto nos trae, que lo que nos autoriza es esa satisfacción de la pulsión de muerte, que lo hace sufrir más de la cuenta.

Hay alguna gente que dice que Freud es pesimista, yo no lo creo. Creo que Freud y el psicoanálisis apuntan a que el sujeto quede del lado de Eros, que disfrute de la vida, eso si, al mismo tiempo aceptando que hay imposibles.

Sobre la otra pregunta, sobre la asociación libre, es todo un tema, porque sí la seguimos usando por supuesto. Pero yo te diría que después del último Lacan ese es un aspecto del psicoanálisis, lo que atañe al lenguaje, a la transferencia simbólica con el Otro, con ese Otro de quien el analista ocupa el lugar, y que en nuestros tiempos está particularmente afectado y muchas veces es necesario más de una estrategia para ponerlo en marcha, para que se abra el inconsciente. Pero hay un momento donde no se trata de seguir asociando libremente, hay un momento en que eso hay que reducirlo, que no se trata de seguir infinitamente en la asociación libre. Y cuando llega ese momento, en cada caso habrá que inventar cual es la intervención que apunta a lo que buscamos lograr. Es verdad que seguimos hablando, pero no de la misma manera, no se trata siempre de la asociación libre. Sí creo que ha habido cambios, a partir del último Lacan hay cambios que implican nuevas estrategias y nuevas tácticas.

Seguimos hablando, usando el lenguaje -que es nuestro instrumento privilegiado- pero no solo el lenguaje, también el cuerpo que está presente. Por eso en la AMP no pensamos que se puede analizar por teléfono, al menos no un análisis completo. Sé de analistas de otros grupos que hacen análisis completos por teléfono, por videoconferencia, skypes, etc. Pero creo que la presencia es fundamental. Es un lenguaje articulado a un cuerpo que goza.

P) ¿Como distinguiría, tomando en cuenta la propuesta del título de su conferencia, entre los efectos que produciría un psicoanálisis freudiano, un psicoanálisis que se base solamente en el primer Lacan y un psicoanálisis que tome en cuenta estos cambios que Ud. apuntaba en relación a la propuesta de la última enseñanza de Lacan?. Porque evidentemente se deben plantear entonces posiciones diferentes respecto de la práctica analítica, e inclusive de lo que serían los finales de análisis.

R) No se trata ya de algo que empieza y termina en forma lineal, con un inicio y un final, sino que se trata de una perspectiva estructural, no me refiero a las estructuras clínicas, sino a la estructura ISR, imaginario, simbólico y real, de donde surge la propuesta de Lacan de la clínica borromea, donde ISR se anudan de diferentes formas. Es decir que lo que interesa, o de lo que se trata, es de cómo el ser parlante puede encontrar un modo de situar su vínculo con el mundo. Por eso Lacan, al final de su vida, hablaba de la acción del analista, del analista ciudadano, del analista en la calle, trabajando en instituciones, etc. Es decir, hablaba de la perspectiva analítica en un sentido no lineal. Cuando Lacan da todo este giro pone en primer plano la perspectiva del goce y la de la No Relación con el Otro. Eso modifica la manera de entender el final del análisis, que antes pasaba por el atravesamiento del fantasma. Lacan se pregunta al final del seminario XI ¿qué pasa cuando se atraviesa la pulsión? y dice «voy a tratar de responder esa pregunta». Y al final de su enseñanza dice que no hay tal atravesamiento, que la pulsión sigue ahí, que lo que hay es un cambio del funcionamiento de la pulsión, una salida de la repetición para encontrar un nuevo modo de relacionarse con la vida, encontrando formas diversas de conexión con el Otro. Por eso los psicoanalistas no podemos estar en desacuerdo con los cambios, con los cambios familiares, en las parejas, en las formas de goce. Retomaré todo esto mañana en el seminario.

P) Sobre las fobias, en el ejemplo que Ud. daba antes, hay desplazamientos…me pregunto ¿qué pasará en el futuro con el deseo, en esta proyección virtual acerca de los hombres máquina, etc.? Me llamaba la atención esto del transhumanismo que Ud. mencionaba….

R) ¿Qué pasa con el deseo actualmente, y cómo será en el futuro? No tengo la menor idea. Allí no hay mas deseo, es la máquina. Lo que sí podría decir, retomando algo que planteaba J.A. Miller en París, cuando hablaba hace poco sobre los objetos del deseo y los objetos de la necesidad, él decía que siempre ha habido objetos del deseo y de la necesidad. En los museos vemos las vasijas, todo lo que servía para la vida cotidiana, elementos diversos que se utilizaban para la supervivencia, y también vemos los objetos del deseo: collares, adornos, etc., siempre los hubo. Entonces, sería interesante pensar ¿qué pasa hoy con eso? Decía que él se había tenido que comprar hace poco una nueva computadora, porque la que tenía no había manera de que fuera compatible con los repuestos existentes, y no tuvo mas remedio que comprarse otra nueva. Que esto es así y que cada vez va mas rápido, que el significante ¨nuevo¨ en realidad dura cada vez menos, que las cosas duran un instante. Y en esa dinámica no hay mas objetos del deseo, porque es tan rápido ese acelere, que los objetos del deseo se convierten rápidamente en objetos de goce. Te los venden como objetos de la necesidad pero en realidad son objetos del deseo. Alguien que participaba en un seminario en Miami decía hace poco que el Ipod reúne todos los objetos a la vez: el objeto voz pues tiene sonido, el anal pues retiene información, la mirada, tiene imágenes, y lo único que aún no se les ha ocurrido hacer es hacerlo para chupar, o comestible, y que en cuanto se pueda lo harán. Es decir, los objetos del deseo se superponen a los objetos de la necesidad. Pero el punto es que todo termina no gustándote suficientemente, entonces todos estos objetos terminan siendo objetos de goce. Creo que eso define bastante lo que pasa con el deseo en esta época, creo que hay que buscar la forma de no entrar en esa dinámica para salvar algo del deseo. Sabemos que el deseo no tiene objeto, tenemos que tender a que nos falte algo, un poco mas de escasez.

P) Estaba pensando sobre el estatuto del niño en relación a las nuevas tecnologías. Hoy en día vemos cada vez más niños híper medicados, niños también muy tomados por múltiples objetos de la ciencia…Pensaba que se produce una paradoja: en busca de mayor comunicación y eficiencia a través del uso de la técnica, se produce cada vez una mayor incomunicación y un progresivo aplastamiento del deseo, abulia, etc.

R) Lo vemos todos los días en la clínica, vemos a los padres muy confundidos, presionados por los colegios, les exigen las pastillas, los padres corren de un lado a otro, no tienen tiempo, no saben qué hacer…Es una situación difícil, pero que está aquí para quedarse.

La acción analítica hay que decir que también implica ir a los colegios, hablar con los maestros…Hay que hacer presencia, porque sino la única opción que nos queda es la que está del lado de la consulta, cuando los padres vienen a consultarnos. Alguien me hablaba en estos días de una niña que fue diagnosticada con ¨Déficit de atención e hiperactividad¨ y sigue un programa de modificación de conducta para que pueda cumplir con todo lo que tiene que hacer, el problema surge con que no tiene motivación. Es muy interesante porque es precisamente por donde ella puede mostrar su subjetividad. Es un llamado y quizás eso le permita que la vea un analista que pueda alojar algo de ese efecto sujeto.

Pensaba también por otro lado en las nuevas técnicas que tenemos que usar con estos niños que llegan a la consulta sin poderse despegar de estos objetos, porque no hacen nada si no que pasan el tiempo ahí, frente a la pantalla, que prácticamente no comen, no duermen, no se ven con nadie, etc., donde la única manera de hacerles signo, de que registren al Otro es entrando por esa misma vía, a partir de esos mismos objetos que se presentan como formas del Otro.

P) Llegó un video acá, de EEUU, que habla en contra del Ritalín y aparecen testimonios de padres denunciando los efectos que llevaron a la muerte a sus hijos, la cuestión de los juicios…

R) Si, en EEUU hay muchos juicios sobre este tema, hay asociaciones de derechos humanos que sacan avisos en la prensa diciendo «si su hijo ha sido diagnosticado con ADD (Déficit de Atención), llámenos ¿está seguro de su diagnóstico?». Eso no quiere decir que la cosa cambie demasiado, y seguramente habrá más cada vez. No ví ese video pero no me extraña que hay personas que tomen la palabra y que asuman posiciones al respecto… lo que pasa es que EEUU es tan grande que lo que sucede en un estado no tiene el menor efecto en lo que sucede en otro estado. No hay un discurso del país, funciona de otra manera. Hay una película estadounidense que se llama «Pleasantville», es muy buena, excelente. Comienza en blanco y negro y luego poco a poco va entrando el color. Se trata del deseo fundamentalmente. Todo empieza con el american way of life, una familia muy organizada, con la casita, el jardín con sus flores, la mujer espera al marido con la comida preparada, la mesa puesta, y él llega diciendo «Honey, I am home», un clásico, el marido llegando a casa del trabajo y preguntando por su mujer, … y aquello que empieza así, tan organizado, tan perfecto, termina en un desastre total. La irrupción del deseo lo desorganiza todo…y aparecen los colores. Pero fue una película muy criticada por un cierto sector de la población, se consideraba un ataque a los valores fundamentales. Pero es verdad también que cuando aparecen estos muchachos agarrando un fusil, y empiezan a tirar tiros, bueno… ellos muchas veces vienen de un contexto donde todo tiene que estar perfecto, esta idea de que todo tiene que ser apropiado, estar en su lugar…eso puede producir también esos efectos. En este caso de la película se refiere al deseo sexual y a su represión. Su aparición perturba la armonía de ese pueblo, que en realidad no es un pueblo, sino que es un programa de TV a que el muchacho – el actor Tobey Mc Guire – logra entrar, pero bueno… más que nada es una parodia de esta cosa tan perfecta, tan exagerada, y que en la película es exagerada y llevada al extremo.

P) Quería saber su opinión sobre el tema de la depresión, como influye el peso de los significantes de la época…..

R) Bueno, sí, evidentemente habría que ver si se trata de alguien realmente está deprimido o qué es lo que le pasa. El problema, hoy, es que parece ser que todo el mundo está deprimido. Hay campañas sobre la depresión en Francia que terminan convenciendo a la gente de que están deprimidos, hay que tener cuidado con estas cosas, Para los psicoanalistas la depresión no es cualquier cosa, es un cuadro clínico grave. Sin embargo las personas pueden pasar por distintos estados de tristeza sin que eso signifique que estén pasando por una depresión, habría que ver bien de qué se trata en cada caso. Si, estoy de acuerdo que el peso de los significantes en el discurso social tiene efectos subjetivos.

 

Notas

* Psicoanalista en Miami, Estados Unidos. AME de la NEL (Nueva Escuela Lacaniana) y de la AMP (Asociación Mundial de Psicoanálisis).

  1. Fukuyama, Francis. El Fin del Hombre, Consecuencias de la revolución biotecnológica. Ediciones B, Barcelona , 2002.
  2. Freud, Sigmund. Obras Completas. Tomo III. El Malestar en la Cultura (1930), pag. 3017. Editorial Biblioteca Nueva., Barcelona, 1973.

Fecha: 29/02/2008
Modalidad: Presencial
Lugar: Alianza Francesa