Mujer. Hombre. Encuentros y desencuentros.

 “Tal es la mujer detrás de su velo: es la ausencia de pene que la hace falo, objeto del deseo…”

De una parte, una mujer detrás de su velo. Congelada en la dimensión de la máscara y la mascarada: la falta subrayada, mostrando los señuelos de la alteridad.

“Evoquen esa ausencia de una manera más precisa haciéndole llevar un lindo postizo bajo un disfraz de baile, y me dirán qué tal, o más bien me lo dirá ella… “

De la otra, un sujeto-hombre angustiado que, frente al horror de lo heteros, se inventa una versión neurótica del no-todo femenino. Pero…

“…el efecto está garantizado en un cien por ciento, queremos decir ante hombres sin ambages.” (Lacan, “Subversión del sujeto…”).^[2]

Poco se habla de la angustia que en los hombres suscita lo femenino y de los atolladeros masculinos frente al declive del llamado “patriarcado”. Sea bajo la degradación a un genérico “empuje a las mujeres”,^[1] bajo las formas de la impotencia, la violencia o la inhibición, o bien en el cómodo refugio de la “ética del célibe”.

En contraposición, ¿qué sería ese “hombre sin ambages” al que alude Lacan, como al pasar, en “Subversión del sujeto…”? Tal vez aquel que no retrocede frente al “encuentro verdaderamente al desnudo, donde se corporeiza el Otro sexo”,^[3] o como dice Mercedes de Francisco: “el que no se deja engañar por el postizo y que sabe que detrás no hay nada y, sin embargo, no retrocede.” ^[4]

Esta será la brújula del recorrido que emprenderemos en esta nueva vuelta al “no-todo hombres”. Como de costumbre, nos serviremos de testimonios aportados por el arte, la literatura y los finales de análisis.